Le pido disculpas a los fanáticos que leen esta columna, que generalmente es de béisbol, pero hoy debo tocar un poco el tema del baloncesto del Distrito Nacional.

El martes estuve presente en la jornada que se jugó en el Palacio de los Deportes y allí me di cuenta del por qué el baloncesto de nuestro país ha caído tan dramáticamente, particularmente en el caso del Distrital.

El torneo no tiene solemnidad. Empezó la jornada y no había himno en los altavoces, tuvo que ser cantado “a capella” por los fanáticos presentes.

Fuera de dos maniceros, tres paleteros y cuatro queseros, dentro de la cancha no hay nada para los fanáticos. En los pasillos de afuera había dos chimis y una venta de pizza.

Aun así, algunas personas todavía apoyan el evento.

Si la ABADINA quiere que el negocio se levante debe comenzar a organizarse… o su empresa nunca podrá crecer.