ANÁLISIS: Peligro a la vista

ANÁLISIS: Peligro a la vista

La perspectiva de la recesión otra vez confronta América
América ha entrado en 2008 con un riesgo de recesión mayor que nunca antes desde la burbuja de Internet de 2000-2001. La economía más grande del mundo lucha por mantener su crecimiento

Un resbalón en posprecios de la vivienda amenaza con  socavar la riqueza y el gasto del consumidor en Estados Unidos, pero los sectores claves de la economía permanecen notablemente elásticos, escribe Krishna Guha.

América ha entrado el 2008 con un riesgo de recesión mayor que nunca antes desde la burbuja de Internet de 2000-2001. La economía más grande del mundo lucha por mantener su crecimiento  de cara a las dificultades crediticias, el bajón en los precios de la vivienda y el aumento en los precios del petróleo. La pregunta es si la economía seguirá luchando en esta etapa “de enfermedad” y gradualmente recuperará fuerzas en el curso del año o si sucumbirá y, con un crecimiento negativo, caerá en una recesión.

Según los últimos sondeos de opinión de NBC News/Wall Street Journal, más de dos terceras partes de los estadounidenses creen que ya estamos en recesión o lo estaremos muy pronto. Algunos de los más famosos economistas -incluyendo Alan Greenspan, anterior presidente de la Reserva Federal, al igual que Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro, y Martin Feldstein, presidente del National Bureau of Economic Research (Oficina Internacional de Investigación Económica)- puso las probabilidades de recesión en 50-50.

Esto impresiona, porque los economistas dicen que es casi imposible predecir una recesión y, en el último cuarto de siglo solo ha habido dos períodos –breves y superficiales- de crecimiento negativo en Estados Unidos. “Hemos tenido un montón de malas noticias,” dice Feldstein. “No es seguro que tengamos una recesión, pero no confiamos mucho en que podamos escaparnos de ellas.”

Bill Gross, presidente ejecutivo de Pimco, director del fondo de bonos más grande del mundo, va más lejos: piensa que la recesión ya comenzó en el pasado mes de diciembre.

Los mercados de crédito han empezado a valorar la recesión, con extensiones de riesgo que aumentan en valores que no tienen conexión con sectores financieros o de vivienda. Pero, mientras los mercados del crédito parecen estar valorando la probabilidad cada vez más alta de recesión, los mercados de valores y el petróleo no lo están haciendo.

Wall Street está dividida: Morgan Stanley pronostica una recesión, uniéndose a Merrill Linch y Goldman Sachs, pero JP Morgan y Lehman Brothers son notablemente menos pesimistas. Los líderes del mundo de negocios están divididos también, con los ejecutivos de los sectores finanzas y vivienda. «Si habla con personas en los mercados financieros, verá que ellos ven la recesión como una certeza virtual. Para ellos los positivos en la economía tienden  a compensar los negativos, por lo que puede tener un crecimiento lento en lugar de no crecer» dice Martin, economista principal en la Cámara de Estados Unidos, una organización del negocio.

Quién está en lo correcto dependerá de un titánico juego entre las fuerzas que arrastran el crecimiento hacia abajo y la resistencia  y elasticidad de sectores clave de la economía.

El resultado será de gran importancia para un mundo que -con todo el deslumbrante crecimiento de China y otras economías emergentes- lucharía por absorber una recesión de Estados Unidos a gran escala.

   En el corazón de los problemas está la explosión del sector vivienda  que ayudó a fortalecer el crecimiento de este país desde que este ciclo económico comenzó hace seis años. El final de esta burbuja ha traído una baja en la construcción, bajas en los precios de las casas que amenazan con afectar el gasto del consumidor y crear inestabilidad en el mercado crediticio que se utiliza para financiar las  viviendas.

Estados Unidos ha aguantado las crisis financieras antes con pequeño o ningún efecto en la economía real – por ejemplo, en 1987 y 1998. Pero éstas fueron crisis financieras autónomas con poca conexión con la economía fundamental de Estados Unidos. Esta crisis financiera es diferente. Ha sido definida por la explosión de burbujas gemelas en la vivienda y los mercados del crédito – las cuales están fuertemente interconectadas.

El dinero abundante a bajo interés y el colapso de la disciplina en los mercados de crédito impulsaron los precios de la casa llevándolos a niveles insostenibles. Pero cuando la burbuja de propiedad residencial finalmente estalló se llevó consigo el crédito. Ahora el crédito representa una amenaza por sí mismo para la economía.

Un sector particularmente vulnerable a cualquier retiro en crédito es la propiedad comercial, que se impulsó el año pasado, ayudando a compensar el declive en la inversión residencial y mantener el empleo de quienes trabajan en la construcción. 

La construcción de viviendas continúa bajando mientras la tasa de disminución en los precios de la vivienda parece acelerarse y algunos expertos pronostican una caída de 20 por ciento o más en términos reales por varios años.

La mayoría de los economistas piensa que los consumidores responderán a los bajos precios de la vivienda gastando menos y ahorrando más. La pregunta es ¿por cuánto tiempo?

 La Fed estima que subirá o bajará US$3.75 por cada US$100 que aumente o disminuya la riqueza relacionada a la vivienda, pero algunos estudios sugieren que el efecto podría ser mucho mayor.

Tradicionalmente, los economistas esperarían que el precio del petróleo caiga cuando la economía de Estados Unidos es débil, liberando algunos ingresos disponibles y actuando como un estabilizador natural. Pero la demanda fuerte en China e India y las tensiones geopolíticas en el Oriente Medio mantienen el petróleo caliente – lo que se une a los problemas de vivienda y crédito.

Una pregunta interesante

Dada la presión de vivienda, crédito y petróleo, la pregunta interesante, como lo pone Greenspan, es por qué la probabilidad de recesión no es mayor del 50 por ciento. Una razón es que Estados Unidos había progresado en el manejo de los excesos de viviendas antes de la crisis de crédito del verano pasado. El hecho de que la economía estadounidense haya absorbido la mitad de los gastos de la construcción de viviendas mejora las posibilidades de evitar la recesión. Si hubiera empezado  ahora, la recesión estaría garantizada.

Cuanto más tiempo permanezca disfuncional el mercado de crédito, mayores son las posibilidades de d un excedente. Puesto de otro modo, o el mercado crediticio arrastra hacia abajo la economía no relacionada a vivienda, o ésta impulsa el crecimiento del mercado crediticio.

Verdaderamente, la economía puede ser capaz de mantenerse por tiempo suficiente como para salir adelante. El sector de la exportación está creciendo, ayudado por el declive en el precio del dólar y la ralentización del crecimiento relativo en comparación con otras grandes economías.

Mirando hacia delante, la contribución de las exportaciones netas al crecimiento del PIB posiblemente disminuirá mientras el crecimiento disminuye en el exterior. Pero las exportaciones deben contribuir entre un cuarto de punto y medio punto de crecimiento en los próximos trimestres, lo que proporcionará una defensa en un momento en que la demanda local está muy débil.

Las ganancias extranjeras fuertes, animadas por la conversión de un dólar débil, también sostienen el mercado de valores, protegiéndose contra un segundo golpe en la riqueza relacionada a la vivienda. La inversión es amortiguada pero  hay pocas señales de que la inversión esté en picada.

 A final de cuentas, el destino de la economía de Estados Unidos recae en el consumidor, que “hasta ahora se mantiene, pero no está en muy buenas condiciones”, expresa Feldstein. La confianza del consumidor es débil.

Las compañías están reacias a soltar trabajadores, pero desde la recesión de 2000-2001 han sido cautelosos a la hora de contratar. Lo que las ha dejado con poco personal. Mostrar crecimiento en la productividad también significa que las compañías necesitarían más empleados, a diferencia de la primera parte de la década, cuando el rápido crecimiento de productividad permitió que se expandieran sin añadir más personal.  

El análisis sugiere que con la política monetaria apropiada, la economía puede absorber los bajos precios de la vivienda y seguir creciendo – especialmente si el descenso no es demasiado brusco. Todos los analistas concuerdan con que esa política de actuación de los Fed y el gobierno –que está en año electoral- podría ser la diferencia entre la recesión y la recuperación.

Si Estados Unidos cae en una recesión aguda o prolongada esta vez, el juicio será fácil. Sin embargo, si el crecimiento de egresos se estanca pero los empleos y los ingresos continúan creciendo, el comité podría encarar una dura decisión dura en cuanto a si llamar el descenso de finales de 2007/principio de 2008 una recesión o no.

No espere una respuesta pronto. El comité declara normalmente el comienzo de una recesión seis a 18 meses después del acontecimiento. Como las recesiones duran típicamente menos de un año, esto significa que una recesión puede haber terminado antes de haber empezado oficialmente.

LA VISTA CORTA

¿Las armas o la mantequilla?

POR JOHN AUTHERS

Esta pregunta ha enmarcado los debates nacionales sobre cómo las economías deben asignar los recursos y ha proporcionado una introducción estupenda para los libros de texto de macroeconomía durante la mejor parte de un siglo. 

Para el mercado, la elección de esta década es clara: las armas.

En 2007, por octavo año consecutivo, el aeroespacio S&P y el índice de defensa golpearon el mercado. Mientras el S&P 500 todavía está bajo para la década, el sector defensa se ha elevado 111.5 por ciento (con un rendimiento total del 141.6 por ciento). El índice Spade de defensa, que incluye acciones más pequeñas, ha estado mejor, con un incremento del 161.3 por ciento desde 1999.

Los artículos de primera necesidad, cuyo índice S&P subió sólo 44 por ciento durante los primeros ocho años de esta década, también han golpeado el mercado, pero la mantequilla ha venido desde una posición bastante baja para competir con las armas.

Aún así, el sector Defensa salió victorioso otra vez en 2007.

Es fácil ver el porqué: desde finales de los 1990, cuando muchos habían creído que habían «beneficios reportados por la paz», Estados Unidos ha pasado gran parte del tiempo enredado en dos guerras costosas.

Los partidarios del sector Defensa dicen que éste puede continuar proporcionando rendimientos no relacionados al mercado. Opinan que ese amplio apoyo político para el gasto de la defensa de Estados Unidos debe permanecer intacto.

La muerte de Benazir Bhutto mostró que los riesgos geopolíticos siguen siendo agudos.

A la luz de la desastrosa información sobre suministros ofrecida la semana pasada, que incrementaron bruscamente los temores de una recesión, el panorama armamentista luce atractivo: el mundo es un peligroso lugar y las acciones en defensa ofrecen a los inversionistas una manera de beneficiarse de ello.

Pero no es así de sencillo. Iowa puede importar más que Islamabad.

Una recesión aumentaría las oportunidades de ganar de los demócratas.

Eso a su vez, elevaría el riesgo de un posterior recorte en los gastos de defensa. ¿Habrá un deseo renovado en Estados Unidos de escoger la mantequilla por encima de los fusiles?

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE MIRIAM VELIZ

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