Análisis racional de la delincuencia

Análisis racional de la delincuencia

JUAN BOLIVAR DIAZ
El liderazgo político y social dominicano tiene que abocarse a un análisis racional y profundo de la delincuencia más allá de circunstancias tan emotivas como la producida con el asesinato de la estudiante santiaguense Vanessa Ramírez Faña.Es relevante es que la sociedad de Santiago hayareaccionado indignada, reclamando acciones para detener elcurso de la delincuencia generando una eficiente actuaciónpolicial.

En este caso se dieron múltiples factoresgeneradores de fuertes emociones y solidaridad.

La víctima,una hermosa flor, estampa de la belleza cibaeña, aplicadaestudiante de medicina, hija de dos distinguidos yapreciados profesionales, asesinada a la puerta de su casapara quitarle un teléfono cuando retornaba de estudiar.Pero las estadísticas indican que se requiere una reacciónpermanente, una militancia sin tregua, pero no en la simplecondena de la delincuencia, sino especialmente en elanálisis de sus causas y en las propuestas de soluciones.

Vanesa no es una víctima extraordinaria. Nada  menos queciento veinte (120) personas, tan valiosas como ella,fueron asesinadas en el país entre enero y abril pasado, arazón de una cada día, en robos y atracos.

El dato está contenido en un informe de la ProcuraduríaGeneral de la República del que se hizo eco esta semana elperiodista Panky Corcino en el semanario Clave, en el cualse muestra que los homicidios se elevaron en un 120 porciento entre el 2001, cuando se contaron 1,086, y el 2005en que ascendieron a 2,385.

Eso significa que durante cada uno de los 12 meses del añopasado 199 personas murieron asesinadas, 66 cada día y unacada 3 horas y media.  La incidencia de los homicidiosguarda relación con las mayores concentraciones urbanas:Santo Domingo, Distrito Nacional, Santiago y San Cristóbal.Pero no solo es impresionante el crecimiento de loshomicidios, sino también el de los suicidios, que según laProcuraduría General se elevaron de 280 a 518, equivalentea un 85 por ciento, en un solo año, entre el 2004 y el2005.Ante esas estadísticas hay que preguntarse qué es lo queestá pasando en la sociedad dominicana. Cuáles son losfactores que están determinando tanto desprecio por la vidahumana, la ajena y la propia.

Es obvio que la enorme acumulación de pobreza, la exclusiónde la mitad de la población de los beneficios delcrecimiento económico, la falta de oportunidades para lamayoría de los jóvenes pobres, la ofensiva exhibición deriquezas muchas veces mal habidas, y la impunidad quecarcome los cimientos de la sociedad son factoresdeterminantes.

Llama la atención que los homicidios crecieran un 40 porciento entre el 2003 y 2004, cuando pasaron de 1,656 a2,323, justamente en el período de la terrible crisisfinanciera que según el reciente informe del Banco Mundialy el Banco Interamericano de Desarrollo, fue determinantepara que un millón y medio de dominicanos y dominicanas seempobrecieran.

¿Qué, sino la marginalidad y la exclusión social, ladesesperanza y la falta de oportunidades puede explicar que186 muchachos y muchachas de entre 15 y 29 años optaran porprivarse de la vida durante el año pasado?Es relevante que la mayor parte de quienes se preocupan porel auge de la delincuencia sólo piensen en solucionesrepresivas, planteando desde cadena perpetua hasta la penade muerte, aunque en lo que va de siglo más de 2 milpersonas han muerto en «intercambios de disparos con laPolicía», que en la mayoría de los casos no son otra cosaque ejecuciones sumarias, en mucho mayor proporción que laspenas de muerte ejecutadas en todo los países donde aún semantiene esa draconiana sanción.Otros acuden de inmediato al descalificado argumento de quees consecuencia de las deportaciones de dominicanos desdeEstados Unidos, que es otra forma de escurrir el bulto ypor lo tanto dar palos de ciego.

Los involucrados en elasesinato de Vanessa no parece que hayan viajado alexterior.

El combate eficiente de la delincuencia antes de que noshaga la vida imposible, como en la mayor parte de lospaíses pobres, pasa por eficientes políticas sociales parareducir la pobreza, por una revolución educativa quemultiplique los politécnicos.

 También por una profundareorganización de la Policía Nacional para que deje de seruna fábrica de delincuentes, por una inversión mucho mayoren la seguridad, por el convencimiento de que pagandosalarios de entre 4 y 6 mil pesos no vamos a lograr querasos, cabos y sargentos policiales salga a las calles ajugarse la vida para defender a una sociedad tan injusta.

Los 30 años de pena máxima son suficientes para sancionarla delincuencia.

El problema es que solo se aplica unadecena de veces por año, a elementos sin capacidad parapagar defensa, y jamás a los grandes delincuentesresponsables de la pobreza nacional.

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