ANÁLISIS
¡Cuidado con el cartel de la salud!

ANÁLISIS<BR>¡Cuidado con el cartel de la salud!

La decisión reciente de la Asociación de Clínicas Privadas (Andeclip) de elevar en 14 por ciento el precio de todos sus servicios de salud constituye un precedente nefasto, que apunta hacia la constitución de un cartel de la salud. Las prácticas monopólicas son ilegales en la mayoría de los países y esta iniciativa tiene esa cualidad.

Si como resultado de esto, la asociación de  ARS comienza a presionar para lograr un aumento del per cápita y las autoridades lo conceden, el resultado será legitimar un engendro de consecuencias predecibles: el traslado al  sector privado de la ingobernabilidad histórica del sector público de la salud. Y con ello, el fin de la iniciativa más importante en muchas décadas en beneficio de la población dominicana: el seguro familiar de salud.

Estas lucen afirmaciones radicales. Los que me conocen saben que tiendo a ser conciliadora y que usualmente no participo en las polémicas públicas.

Pero en este caso no puedo quedarme callada, porque veo entronizarse la lucha de intereses y escucho pocas voces en defensa de la gente, de los seres humanos que supuestamente están en el centro y son el fin último del sistema de salud. Mi contribución se deriva del quehacer al que me dedico, la investigación sobre los sistemas de salud, en el que procuro consultar las fuentes más autorizadas y aplicar las técnicas más rigurosas que me sean posibles.

El sistema dominicano de salud, de acuerdo con la reforma que establece la Ley 87-01, se fundamenta en la competencia regulada. Dado el tema que nos ocupa, en este artículo me referiré exclusivamente al régimen contributivo, cuyos servicios los ofrecen los proveedores privados. Estas empresas, clínicas, consultorios, laboratorios, centros de imágenes y otros, realizan contratos con las administradoras de riesgos de salud o ARS.

Acuerdo. Las decisiones respecto a los precios de los servicios son parte de la negociación entre el proveedor y la ARS, por lo cual una asociación de proveedores, como Andeclip, no puede ser jamás el interlocutor entre ambos.

¿Por qué decimos que la decisión de Andeclip la convierte en un cartel? Porque quiere monopolizar la oferta de servicios de salud y obligar a que los precios de los servicios se fijen en una negociación y no de acuerdo a la eficiencia y la calidad de los proveedores individuales.

Eso no se puede aceptar, porque desvirtúa totalmente los principios de la competencia, elevando los precios, favoreciendo la supervivencia de los más ineficientes, creando rentas superfluas para los más eficientes y perjudicando a los usuarios, que fue en quienes  se pensó originalmente cuando se diseñó la reforma de salud.

No tiene ningún sentido establecer un aumento uniforme, para todos los servicios y para todos los proveedores. Estos últimos son muy diferentes entre sí, tanto en calidad, en eficiencia como en precios. Tampoco es cierto que todos los costos hayan aumentado en la misma proporción.

Pero lo fundamental es que no tiene importancia que el aumento de precios sea justificado o no. Lo fundamental es que se trata de una práctica monopólica, que agrega más fallas a un mercado, de por sí, imperfecto.Y hace que desaparezca el mecanismo normal de fijación de precios, obligando a una negociación que resultará en precios artificiales.

De hecho, en el sistema de salud no basta con la competencia simple y llanamente, sino que hablamos de “competencia regulada”. Esto así porque aún si la competencia perfecta existiera en la realidad, no sería posible en el sistema de salud, que ha sido denominado el “más imperfecto de todos los mercados”, haciendo absolutamente imprescindible la regulación del mismo por las autoridades encargadas, quienes, se supone, defienden el interés de las personas.

Por eso decimos que las autoridades no pueden, en este momento, aumentar el per-cápita, independientemente o no de que sea necesario. No deben hacerlo, porque sería legitimar el cartel y, con ello, dar inicio a un camino de ingobernabilidad del que será muy difícil retroceder.

La experiencia del subsistema público es una muestra.

¿En manos de gremialistas?  En muchas ocasiones se ha señalado que el subsistema está capturado por los gremios.

En efecto,  como he escrito en otro lugar, “la gestión centralizada del sistema público, orientado a la población pobre, además de actuar como un multiplicador de las ineficiencias e injerencias políticas que caracterizan la administración pública, crea unas tensiones traumáticas entre las autoridades del sector y las organizaciones sindicales de los médicos y de las otras profesiones afines.

Esto se traduce en graves problemas de gobernabilidad, en que la demanda de profesionales de la salud es controlada por un solo demandante (las autoridades del sector) y la oferta por un solo oferente (el Colegio Médico Dominicano), o sea, se producen unas circunstancias semejantes a lo que en economía se conoce como un mercado controlado por un monopsonio y un monopolio. En estas circunstancias se traban los mecanismos de determinación de precios que funcionan.

Cuando hay competencia entre demandantes y oferentes, por lo que generalmente el conflicto se resuelve mediante una solución negociada entre las partes.

De esta manera, estos conflictos no tienen un carácter circunstancial, sino que se vuelven crónicos, al obedecer a una condición estructural del sistema”.

El Consejo Nacional de Seguridad Social tiene en sus manos evitar que esto suceda. En mi opinión, su mediación debe limitarse a sugerir que las ARS negocien privadamente con su red de proveedores y que resuelvan sus conflictos de la misma forma que otros negocios privados.

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