Si a partir de su derrota en la XXIX Convención perredeísta, Miguel Vargas Maldonado y sus seguidores más fieles decidieran desconocer sus resultados, el partido blanco se expondría a repetir su amarga electoral experiencia de 1990, en la que asistió dividido y terminó en tercer lugar, superado por el PRSC y por el PLD.
Esa división y esa derrota se debieron únicamente a la obcecación de Jacobo Majluta y sus más fieles seguidores de pretender desconocer el liderazgo de José Francisco Peña Gómez dentro del partido.
Fue por ello que Majluta ni siquiera se molestó en responder la conciliadora propuesta que Peña Gómez le hizo en aquel histórico mitin en el puente de la 17 en diciembre de 1989.
Pero Majluta pudo darse ese lujo inútil de dividir el PRD, debido a que contaba con el respaldo de un núcleo importante de periodistas influyentes, cosa con la que no cuenta Vargas Maldonado ahora.
Al no contar con ese respaldo le será prácticamente imposible su anunciado propósito de desconocer la decisión anunciada por la Comisión Organizadora de la convención.
Pero en modo alguno se descarta que siga adelante en ese propósito, habidas cuentas de la decisiva influencia que sobre sus planes ejercen personas sin ningún historial ni ascendencia perredeísta.
Se recuerda que Majluta contaba en sus años de gran popularidad, con la asesoría de una llamada Comisión Técnica, cuyos integrantes no conocían ni pío de cómo piensan las bases perredeístas.
Zoom
Un espejo
Muchos analistas recuerdan que a causa de la perniciosa influencia externa, Majluta arruinó su prometedora carrera política, y no es de dudar que Vargas Maldonado haga lo mismo, mucho más si se toma en cuenta que la historia suele repetirse, aunque unas veces como farsa y en otros como tragedia.
Cuidado
Es de ese modo que los analistas más versados en los asuntos del PRD enfocan esa actitud asumida por el precandidato perdedor, tomando como punto de apoyo lo ocurrido en esa organización más de 20 años atrás.