BRUSELAS. AP. ¿Quién presta atención a Europa en estos días? Ni Rusia ni Ucrania, que han desoído los ruegos del Viejo Continente para que reanuden los envíos de gas natural a la Europa Occidental. Tampoco Israel, cuya ofensiva en la Franja de Gaza continúa pese a los pedidos de moderación que han formulado los europeos.
La razón de esa actitud podría deberse a los desafíos que encara Europa y la imposibilidad de hablar con una sola voz.
Intereses nacionales contradictorios siempre fueron un obstáculo para que el bloque presente una respuesta coordinada, problema exacerbado y tipificado a la vez por la imposibilidad de Europa de adoptar una constitución que la dote de un presidente y un ministro de Relaciones Exteriores con poderes ejecutivos reales. En el conflicto del gas, Alemania tiene un interés vital en no irritar a Moscú, y la canciller Angela Merkel dijo otrora que considera a Rusia «un suministrador de energía fiable».
Ello se debe a que ambos países trabajan en la construcción de un gasoducto en el lecho del Mar Báltico, evitando así a Ucrania con la esperanza de obtener un suministro de gas más fiable. Merkel, que el viernes se reunió en Berlín con el primer ministro ruso Vladimir Putin para dialogar sobre energía, se ha mostrado menos acomodaticia con Moscú que su predecesor Gerhard Schroeder, que defendió el proyecto cuando ocupó el cargo.