Hoy 
ENRIQUILLO RIVAS
El tema de los alimentos y su tendencia a subir de precios nos ocupa nueva vez. En cada ocurrencia para muchos luce que sucede por primera vez y no es así. Estrenando el primer trimestre del 2011 observamos conmodities como maíz, soya, trigo, grasas, elevándose en los mercados internacionales y a su vez, alimentos como pollo, huevos, cerdos, pan, pastas, marcan tendencias alcistas.
Tysson, el gigante de la producción avícola de los Estados Unidos, acaba de declarar que si no puede traspasar sus nuevos costos en la medida de sus precios, tendrá que cerrar el negocio. Así de simple.
Veamos qué es lo que pasa: El maíz, principal constitutivo de los alimentos para animales, de diciembre 2009 a enero 2011 ha subido su cotización un 65%. La Soya 26% y la grasa 56%.
Si tomamos a junio 2010 como referencia a la fecha nos damos el susto que sus cotizaciones a futuros son 51% más altos, en soya. 94% el maíz que apunta también una sobre demanda de 100 millones de fanegas para producir etanol.
En los EU ya para este año los precios de alimentos indican una tendencia de 4% en aumento versus el 1.5% del 2010. Se estima que res y cerdos les costarán a los norteamericanos un 10% más caro. La cosecha de soya será la más apretada en cuanto a producción-demanda en los últimos treinta años.
En la República Dominicana el alimento balanceado representa 60 a 72% del costo de producir pollos, huevos y cerdos. Esta combinación de insumos de por sí encarece en promedio una tercera parte.
Los aumentos harán que la demanda se reduzca a consecuencia del lógico encarecimiento unitario de pollos, huevos y cerdos. La gran competencia entre los productores casi siempre imposibilita que estos ajusten proporcionalmente su oferta a esta demanda rebajada.
¿Qué se puede hacer? Ante esta realidad se impone aumentar la eficiencia en la producción sobre todo en pollos, aprovechando el tiempo fresco favorable hasta junio. Mejores fórmulas alimenticias, mejor manejo y cautela mercadológica. Austeridad, economía, economía.
Todos conocemos las múltiples intermediaciones que se suceden con los productos alimenticios dominicanos, el despilfarro en su transporte, mermas, calidades disímiles.
Vegetales, frutas, los víveres hasta pollos y huevos. Desde el momento que salen de los predios, fincas y granjas sus precios centrífugamente van aumentando 30, 50, 100 hasta 200 por ciento. En tiempos como los que se avizoran solucionar lo mejor posible este factor de intermediación resulta imperioso.
Vender alimentos lo más directo que sea factible. Mejor transporte y conservación de productos. Mercados de productores como se manejan en el mundo civilizado.
En California da gusto ver esos mercados rebosantes de oferta agrícola, limpios, bien pesados, sin hostigamiento y sin que el público se sienta esquilmado.
Lo mismo sucede en otros estados como en Florida, Massachussets. Basta que los municipios levanten naves de pórticos en acero o cemento, drenajes e iluminación.
Entre otros allí van a parar mexicanos, vietnamitas, sudamericanos que ofrecen frutas, víveres, granos, pescados, carnes y otros. Del productor a un intermediario vendedor y, punto.
En la medida que nuestra intermediación se ajuste y mejore en calidad para compradores que se desplacen a estos mercados de productores, los precios serán más equilibrados.
Los supermercados seguirán existiendo y mejorando, el sistema de tarjetas de crédito los protege y estimula. Mientras tanto; quien quiera defender su diario se la buscaría en esos mercados de productores.
