Anarcharsis Cloots ¿padre del nihilismo?

Anarcharsis Cloots ¿padre del nihilismo?

POR LUIS O. BREA FRANCO
Respecto al origen del término “nihilismo”, luce que éste apareció primero en Francia, en las postrimerías del siglo XVIII, años antes de que en Alemania lo adoptara Friedrich Jacobi. Precisamente, el término fue utilizado en un discurso pronunciado ante la Convención Nacional, el 26 de diciembre de 1793. En medio de las turbulencias de la Revolución Francesa la palabra surge con un sentido militante, solidario con la defensa de los ideales republicanos.

El barón Jean-Baptiste du Val-de-Grâce Cloots, o Clootz, quien constituye como su creador en el registro histórico, fue un curioso personaje partidario de ideas insólitas durante la Revolución.

Originario del ducado de Clèves, en Renania, nació en 1755, hijo de un consejero secreto del rey de Prusia; era, a pesar de su juventud, dueño de una gran fortuna heredada de parientes que habían sido armadores holandeses, y era por educación y elección un francófilo apasionado, que se entusiasmó con la Revolución Francesa y decidió establecerse en París, donde se dedicó -como señala en un escrito- «a estudiar el corazón de los habitantes de los burgos y suburbios”.

El 19 de junio de 1790, Cloots se presenta en la barra de oradores de la Asamblea Nacional Constituyente al frente de una representación de ciudadanos extranjeros, y en nombre de esta comitiva de la raza humana, se declaraba embajador de la Humanidad ante la Asamblea, y declara que “la Humanidad entera adhería a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”. Desde entonces, se le conoció, en París, como el representante de la Humanidad.

Su gran sueño fue ver realizada una república universal constituida por la unión de todas las patrias confederadas. Finalmente, fruto de una incansable actividad política en el seno del club jacobino, donde participaba como miembro del grupo más extremista de izquierda, viene elegido diputado en 1793, como representante del distrito de Oise.

Sobre este bizarro personaje la historiografía francesa ha sido prácticamente muda hasta bien entrado el siglo XX. El historiador Jules Michelet vio en él a «l’ange blanc de la Révolution», -el ángel blanco de la Revolución. Mientras que, en el Diccionario Histórico de la Revolución Francesa, a cargo de Albert Soboul, de él se dice “que desarrolló, arrastrado por oscuras pasiones, una actividad anárquica, sin pies ni cabeza, que revelaba un cinismo propio de quien que había sido mimado por la vida y la fortuna”.

Cloots adhirió a la Revolución con impetuosa pasión y asumió la vorágine de cambios que trajo, adoptando una actitud original y desconcertante desde el punto de vista de un ser humano común.

Se manifestaba con expresiones grandilocuentes y gestos enfáticos: se presentó, primero, como representante del género humano, y luego se «desbautizó», abjuró del cristianismo, en una solemne ceremonia pública, adoptando el nombre de “Anarcharsis”, en referencia a un filósofo del mismo nombre que apareció en los orígenes de la filosofía griega, quien fue el primer pensador surgido desde fuera del ámbito helénico, pues era descendiente de los Escitas del norte del Mar Negro. Aquel personaje legendario simbolizaba al extranjero sagaz, que aportaba una nueva perspectiva al helenismo, la de una «mirada exterior” a la cultura griega.

En el terrible momento del Terror, Cloots fue el apóstol del culto de la Razón, en oposición directa a Robespierre, quien era adepto al culto del Ser Supremo.

Ésta diferencia implicaba una diversidad sustancial respecto al modo de entender la cuestión revolucionaria. El conflicto estalló con violencia cuando Robespierre hace adoptar la “Ley sobre sospechosos”, con la que intenta responder al problema de la desaparición del nexo simbólico que unía la sociedad en la persona del monarca, replanteando la necesidad de crear un nuevo cuerpo social perfecto, liberado totalmente de sus enemigos interiores.

Sin embargo, esta visión fue refutada por Camille Desmoulins, quien indicaba que en una sociedad democrática no tiene porque haber un símbolo que encarnara en sí la justicia, sino que pura y simplemente el papel de la sociedad era garantizar su ejercicio real.

La oposición de Cloots a la visión de Robespierre articula de otra manera, y se revela como el nexo que servirá para vincular la filosofía de las Luces con los primeros desarrollos del idealismo alemán.

Cuando Robespierre afirma que aspira a salvar la Revolución de sus enemigos interiores y exteriores, y toma pura y simplemente medidas policiales para asegurar este objetivo, sometía  la totalidad de la sociedad francesa a una política de contención, o dicho aún con mayor propiedad, intentaba contenerla mediante la aplicación de una política represiva, lo que en sí constituía una tremenda contradicción que viene combatida rabiosamente por Cloots, quien sostiene que pretender salvar la Revolución renunciando a sus principios fundamentales, constituye una paradoja difícil de explicar y justificar.

La posición programática de Cloots se comprende mejor si recordamos la lúcida expresión del pensador lituano-francés, Emmanuel Lévinas, de que “la política abandonada a sí misma conduce directamente a la tiranía”. Estimo que el significado a que apunta esta expresión era lo que tenia en mente Cloots cuando se oponía a Robespierre.

Precisamente, en un discurso ante la Convención, el 5 de octubre de 1793, contraponiéndose al modelo de sociedad defendida por Robespierre afirmaba: “En verdad no habrían ciudades si cada pueblo consumiera totalmente toda su producción; ni habría sociedad, si cada cultivador consumiera la totalidad de su producción doméstica. Viviendo en un clima de brutal aislamiento, incomunicación y recelo, lo único que puede surgir con el apoyo de todos y a todo galope es el despotismo”. Frente a semejante clima de recelo, Cloots defiende un modelo de sociedad abierta: una ciudad libre.

La   ciudad, la polis sostenida en la apertura y la comunicabilidad de todos los sujetos que la componen constituye como el lugar privilegiado de la política. Aún más, Cloots sostiene que sólo desde ésta apertura y de la abierta comunicación será posible que en la comunidad se originen intereses universales, esto es, que surjan intereses comunes a todos los seres humanos considerados como género, como humanidad; lo que vendría a constituir como una nueva forma de la totalidad, como el sentido fundamental que otorga validez y significación a todo lo demás.

En la tensión perpetua que caracteriza la sociedad tal como la percibe Anacharsis Cloots se revela su aspiración de fundamentar un nuevo orden político universal, lo que encuentra ecos en diversos pensadores importantes del siglo XVIII, por ejemplo, en Jean-Jacques Rousseau y en Emmanuel Kant.

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