Se trata de una obra teatral presentada en la Sala Ravelo del Teatro Nacional, dirigida por la laureada poeta, escritora, ensayista, dramaturga Scherazade Vicioso, “Chiqui”, autora de la obra que exalta la vida de una mujer excepcional: Andrea Evangelina Rodríguez Perozo.
Nacida en la pobreza, al quedar huérfana de su madre que vive en sus recuerdos, es confiada a su abuela, Tomasina Romero, radicada en San Pedro de Macorís, a quien ayuda en sus quehaceres cotidianos, mientras estudia, se afana pregona y vende conos de gofios calientitos, sabrosos, crujientes a tres centavos, dejándose conocer por su insistencia, inteligencia y disciplina reconocida por sus profesores.
El gusto por el saber y la lectura, su exquisita sensibilidad, despiertan en ella la ilusión de ingresar a la Universidad, inscribiéndose en la Facultad de Medicina, siendo cruelmente motejada y discriminada “por ser mujer, ser pobre y además fea”, según hacen burla de ella tras bastidores coro de voces de una casta engreída y despiadada bendecida por una Rectoría clerical, racista y xenofóbica que no reconoce su espiritualidad y grandeza que se desvela por ser distinta, más humana y solidaria con los más necesitados.
Obstinadamente, por 7 largos años, hasta su muerte, le niega la aprobación de su tesis doctoral que gracias a su tenacidad y paciencia le abriría las puertas de una beca en una prestigiosa universidad de Francia ¡Oh Paris! haciendo su posgrado en pediatría, ginecología y obstetricia, con excelentes calificaciones por lo que mereció distinciones y tentadoras ofertas de trabajo que rechaza para servir a su patria y a su gente desamparada igual que ella.
De regreso a su país, Evangelina vence todas las dificultades que se anteponen en su camino, se dedica en cuerpo y alma a educar y auxiliar al pueblo desvalido sin sospechar su trágico destino. No pudiendo doblegar su voluntad, es tildada por el régimen de “anti trujillista” encarcelada y sometida a crueles torturas que no logran doblegar su espíritu, su rebeldía y patriotismo denunciando a gritos, más allá de su locura, la vesania criminal de Trujillo y su odioso régimen.
El montaje de la obra genial, creativo y de bajo costo, superado solo por la soberbia y versátil actuación de la estelarísima actriz principal, Ruth Alfonsina Emeterio, encarnando el papel de Evangelina en sus múltiples facetas; y Santiago Alonso, un experimentado actor que le dio a cada presentación en sus distintos roles, singular realce, así como el equipo de producción, de luces y sonido y vestuario. Más no se puede pedir.
Tal vez pudo acortarse un poco la escena brutal, grotesca de violación y tortura y la afanosa venta de gofios. Pero es posible que Chiqui quisiera sumergirnos en los afanes que da la pobreza y en la iniquidad y crueldad de un régimen criminal, opresor, sacudiendo al auditorio para que de pie con sus aplausos aquilatara la quintaesencia de esta mujer excepcional y de la obra. Siendo así, logró su objetivo.