Andrés L. Mateo

Andrés L. Mateo

El Premio Nacional de Literatura 2004 ha sido adjudicado a un intelectual que tiene entre sus grandezas más notables una modestia huidiza de las preseas materiales, pero cuya obra siempre le hace merecedor.

Al premiar la obra literaria de Andrés L. Mateo, el jurado de la Fundación Corripio se acredita una sólida justeza de selección y un alto sentido de valoración literaria, pues la obra de este hombre ha trascendido entre las principales de Latinoamérica por su depurado estilo y profundidad de pensamiento y por estar concebida a base de un depurado manejo del lenguaje.

Estas características del escritor están plasmadas en la obra «La otra Penélope», con la cual Mateo conquistó en 1981 el Premio Nacional de Novela, otorgado por la Secretaría de Educación, y diez años más tarde el Premio de Novela de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña con «La Balada de Alfonsina Bairán», y en 1994 el Premio Nacional de Ensayo con «Mito y cultura en la era de Trujillo». También ha sido merecedor del premio a la Excelencia Periodística Dominicana por su columna «Sobre el tiempo presente», publicada en el periódico Listín Diario.

En su condición de poeta, novelista, ensayista y educador, Mateo ha sabido extraerle a las letras el mas apetecido de sus provechos: aceptación entre los lectores y reconocimiento aún de parte de los críticos más severos.

Mateo, quien nació en Santo Domingo el 30 de noviembre de 1946, tiene una sólida formación profesional. Obtuvo licenciatura en Letras por la Universidad Autónoma de Santo Domingo, de la cual es catedrático de Literatura, y es doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Ha ocupado posiciones de relevancia en secciones literarias de variso medios de comunicación.

Sin lugar a dudas, su premiación es un acto de justa valoración de la calidad del literato y su obra.

[b]Pillaje[/b]

La delincuencia se ha dedicado ahora a saquear propiedades públicas. Tapas de alcantarillas, tendido eléctrico, destrucción de vallas publicitarias para robar sus materiales y otras acciones están a la orden del día.

Del puente Juan Bosch han sido sustraídas veintitrés lámparas y una de sus aceras fue rota para extraer el tendido eléctrico, en una operación que sospechosamente no despertó suspicacias en ninguna autoridad.

Este puente, que costó RD$616 millones y que fuera inaugurado el 19 de diciembre del 2001, ya carece de alumbrado y de noche es un tramo oscuro y tenebroso.

En muchas partes de la ciudad han sido robadas las tapas metálicas de filtrantes y cloacas, que están hechas de material ferroso muy apreciado en las fundiciones.

Se trata de otro de los ingredientes de descomposición social que nos están castigando en estos tiempos y a los cuales ninguna autoridad les pone freno.

Aspiramos a que sea restablecido el alumbrado en el puente Juan Bosch. También que se investigue esta ola de pillaje y que sus autores, junto a los cómplices que les protegen, sean sometidos al rigor de lo que disponen las leyes.

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