Anestesia, muchas ventajas y algún inconveniente

Anestesia, muchas ventajas y algún inconveniente

Para dormir al paciente de forma que no sienta dolor y permanezca inconsciente, se utilizan somníferos por vías intravenosas o un gas anestesiante que hace efecto al respirarlo (una mezcla de oxígeno y gases que se aplican con una mascarilla sobre la nariz y boca. La mayoría de las veces se combinan ambas técnicas.

Para que el paciente no se mueva hay que evitar que sus músculos se contraigan; por eso se administran bloqueadores de la transmisión neuromuscular.

El inconveniente de las sustancias intravenosas es que actúa también sobre los músculos respiratorios. Para que el paciente no se asfixie hay que aplicar oxígeno mediante una respiración asistida: una vez dormido, se le introduce un tubo por la boca, hasta la laringe, lo que puede irritar las cuerdas vocales y la tráquea.

Las sustancias paralizantes actúan sobre los músculos del estómago; si está lleno, el contenido refluye hacia el esófago y alcanza los pulmones. Por eso no se debe comer nada seis horas antes de operarse. Por vía intravenosa se administran analgésicos para evitar el dolor al despertar.

Uno de los principales inconvenientes de la anestesia general es que el paciente tarda algún tiempo en recobrar el conocimiento y, además, se suele despertar con molestias.

Aunque la anestesia general no suele estar contraindicada, se procura evitar en personas con graves problemas pulmonares y en obesos, también si el estado general del paciente es muy malo, como en caso de accidentes. En esta ocasión se recurre a una anestesia general más ligera.

Con la anestesia local se duerme sólo la zona que se opera. El objetivo es interrumpir la transmisión del impulso doloroso al cerebro. El paciente no pierde la consciencia; por eso, cuando el médico lo considera oportuno le administra un somnífero ligero para sedarle durante la intervención. Las ventajas frente a la general es que se administran menos sustancias anesteciantes.

Además el paciente puede comunicarse con el médico durante la intervención. La recuperación es más rápida, pero no siempre es aplicable. La epidural se aplica en la zona lumbar, para anestesiar la parte inferior del cuerpo y eliminar el dolor durante el parto o en una operación ginecológica o de próstata. Se realiza, previa anestesia local, haciendo una punción en la columna vertebral, por la que se inserta un catéter a través del cual se administra el anestésico.

Esta anestesia se contraindica en malformaciones de columna y problemas de coagulación sanguínea. Si se aplica bien no tiene por qué dar problemas, pero puede causar fuertes dolores de cabeza y en casos excepcionales, parálisis.

La raquídea es similar a la epidural, pero más rápida. Se introduce una aguja más fina para poder inyectar el anestésico en el líquido cefalorraquídeo, que está en el centro de la columna vertebral. Las contraindicaciones son las mismas de la epidural, aunque tampoco suele utilizarse en personas que padezcan migrañas (el pinchazo puede producir dolores de cabeza). Aunque todas las técnicas anestésicas comportan algunos riesgos y existen factores, como el estado previo de salud y el tipo de intervención, que también influyen en su desarrollo, lo cierto es que hoy día la anestesia es más segura de aplicar que nunca. Fuente: Prevenir. Editora Globus Comunicación

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