ANGEL BARRIUSO – Un aborto indeseado

ANGEL BARRIUSO – Un aborto indeseado

Una ley natural de cualquier individuo son los saltos cualitativos. Nadie, absolutamente, quiere mantenerse rezagado. De una forma u otra nos cuestionamos cuando la marcha de nuestro ritmo está por debajo del vecino que va en la misma ruta u observamos los logros alcanzados por un país en relación al nuestro.

Los dominicanos, al compararnos con otras sociedades, nos encontramos con aspectos vitales de toda nación que insatisfacen las necesidades básicas de las demandas de bienes y servicios que afectan nuestra calidad de vida y, en tal contexto, que nos dejan con la sensación de inseguridad permanente en lo social, la salud y lo laboral.

Si bien es cierto que hemos estrenado tecnologías puestas en prácticas por primera vez en países muy ricos, el conjunto de nuestras prioridades carece de los elementos vitales para considerarnos con una calidad rentable. Y cuando estamos próximos a alcanzar metas importantes, las abortamos.

Veamos, por ejemplo, el régimen de la seguridad social y el sistema de salud.

En los años noventa, a poca distancia del siglo XXI, el gobierno del doctor Joaquín Balaguer estableció por decreto la Comisión Nacional de Salud, la cual, a su vez, creó una Oficina de Coordinación Técnica para evaluar el sistema nacional y plantear propuestas aplicables en un determinado período.

En su documento final hay un párrafo que lo copio textual por su planteamiento lógico: «Una reforma de naturaleza estructural constituye un reto a largo plazo que debe ser abordado mediante etapas sucesivas, viables y sostenibles. Frente a ese desafío, las instituciones del sector tendrían que irse modificando para jugar su nuevo rol en la conformación de un sistema moderno de salud».

Sin embargo, ¿han ido modificándose las instituciones privadas y públicas para jugar su nuevo en la conformación de un sistema moderno de salud y de seguridad social?

Un proceso plantea rutas con momentos específicos para su evaluación a los fines de superar los pasos siguientes en relación a determinadas metas y objetivos. Indica cambios, y todo cambio es un planteamiento estratégico.

Sin embargo, todo planteamiento estratégico entra en contradicción con la racionalidad de la generalidad de aquellos que en nuestro país han asumido la responsabilidad de conducir las transformaciones acordadas, porque nos detenemos justo donde termina la punta de nuestra nariz y nos conformamos con resultados inmediatos.

El régimen de la seguridad social, discusión técnica iniciada en el gobierno anterior, se presentó súbitamente fruto aparente de presiones circunstanciales. Recuerdo que se contaba con dinero y consultorías técnicas del BID para reformar y modernizar el IDSS, y cuando se destapa el proyecto de la Seguridad Social existía un equipo humano trabajando con organismos internacionales en las posibles reformas al IDSS.

Desde octubre de 1992 hasta febrero de 1996 se produjeron distintos estudios y propuestas de reorganización del sistema nacional de salud, incluido el IDSS.

Un sistema de seguridad social es, sin duda alguna, una manifestación de progreso.

El nuestro comprende «a todas las instituciones públicas, privadas y mixtas que realizan actividades principales o complementarias de seguridad social, a los recursos físicos y humanos, así como a las normas y procedimientos que los rigen.» Presumo que si leemos los principios generales de otro en cualquier país latinoamericano dirá lo mismo, quizás hasta con las mismas palabras.

Nuestro sistema nacional de salud habrá de organizarse como lo establece la ley que crea el Sistema Dominicano de Seguridad Social: Administradoras de Riesgos de Salud (ARS), Proveedoras de Servicios de Salud (PSS) y por la Administradora de Fondos de Pensiones (AFP) públicas, privadas o mixtas bajo la rectoría del Estado.

Una bella iniciativa gubernamental decidió el montaje de un plan piloto o tuvo de ensayo «en una apartada región del Sur» por sus condiciones económicas y sociales de absoluta pobreza, donde muchas veces no hay una sucursal ni siquiera del Banco de Reservas (y hasta ahora los bancos participan como Administradores de Fondos de Pensiones o AFP), para observar en el terreno como funcionaría el Sistema Dominicano de Seguridad Social y, en consecuencia, corregir los posibles fallos.

¿Puede alguien indicarnos qué ocurrió en esa «apartada región del Sur»? ¿Continúa desarrollándose el plan piloto a los fines de observar los posibles fallos del nuevo sistema para su corrección inmediata? Yo presumo que habrá ocurrido lo mismo que aconteció con el Plan Piloto de la Policía, ubicado en el sector Honduras, donde las denuncias de robos son puestas en una mascota de líneas que al abrirlas para registrar cualquier dato, sus hojas se ven volar y caer dispersas en el piso.

Ese piloto debió producir un cruce de informaciones y el entrenamiento de un personal. Un piloto iniciado en una comunidad pequeña y pobre debió extenderse a otra con otros niveles de desarrollo para que se fuese extendiendo la experiencia, gradualmente, a distintas zonas del país hasta que, transcurrido un primer año, sentirnos en la plenitud de aplicar un montaje organizado e ir convocando a los sectores de que está compuesto el cuerpo del Sistema de Seguridad Social, en lo relativo a las pensiones y jubilaciones, los proveedores de salud, al plan familiar de asistencia de salud, entre otros.

La Comisión Nacional de Salud de 1992 presentó un amplio documento publicado bajo el nombre de «Salud: visión de futuro», y lo refiero nuevamente porque comparto la idea de que en una reforma o modernización de cualquier sistema operativo, tal caso de la salud y la seguridad social, «todos los sectores involucrados necesitarán modificarse y es importante que esto suceda de manera adecuada…con claras reglas del juego y límites razonables, que constituyan garantía de crecimiento y viabilidad de la articulación».

¿Cómo están siendo articulados cada uno de los sectores involucrados en el Sistema Dominicano d Seguridad Social? Es posible que se esté induciendo al funcionamiento de la estructura de los servicios porque está indicado en un calendario, con fechas y horas de aperturas, sin observar «las garantías y viabilidad».

Se ha hablado, por igual, de la doble cotización, lo que sugiere un cuestionamiento al IDSS. Naturalmente que tiene que cuestionarse, pero el Estado, a través de nuestros gobernantes asume una postura negligente, despreocupándose por el presente y futuro del IDSS, cuando pudo jugar un importante papel en la aplicación del sistema de seguridad social. Pude haber dicho en una primera etapa, pero parece evidente que están faltando las etapas, tan necesarias en tales circunstancias.

El sistema de seguridad social y la consiguiente reetructuración de los servicios corre el riesgo de abortar, un aborto injustamente innecesario, por su clara tendencia a su fracaso, sin que lo esté apostando. Las autoridades han perdido la oportunidad de asumido como conquista debido a esa aritmética de la inmediatez.

Se insiste en que partir de enero entren en operación las Administradoras de Riesgos de la Salud (ARS), sin que se advierta su estructura mínima y nivel de operatividad.

Soy testigo de que la ley que crea el Sistema Dominicano d Seguridad Social se debatió con la participación de la generalidad de los sectores nacionales, excepto la presencia del ciudadano porque se presume que estuvo representado. Sin embargo, la amplitud de su debate en modo alguno significa consenso o aproximación a lo ideal porque será en los hecos cuando apreciaremos las fallas operativas que teóricamente asumimos como válido, en su etapa de laboratorio.

La etapa del laboratorio es parte de un proceso, lo que sugiere una metodología. Y en vista de que se habló de un presupuesto tan elevado de pesos dominicanos, ¿cómo se quiso avanzar sin los dineros suficientes para respaldar las acciones que garantizaran su confiabilidad?

Al citar varias veces el trabajo de la Comisión Nacional de Salud de principio de los noventa es porque hemos tratado alcanzar un modelo de salud, pero me temo que estamos precipitando el montaje de un sistema de seguridad social convencidos de que no hay tiempo para anotar las observaciones o para advertir sus posibles fallos.

Me dicen que en Brasil hay un buen momento para aprovechar las experiencias en el ritmo de nuestro vecinos.

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