Ángel Rivera Juliao desde la “Tierra Vertical”

<P>Ángel Rivera Juliao desde la “Tierra Vertical”</P>

Ángel Rivera Juliao es un poeta dominicano perteneciente al Movimiento Interiorista donde es reconocido como uno entre los mejores creadores del género. Bajo el influjo de este movimiento ha producido varios poemarios: “Memoria de Sal”, “Ángel de Luz” y “Tierra Vertical”. En cada uno de estos poemas está impreso su arte que discurre entre imágenes y expresiones trascendentes que revelan un poeta sobrado de inspiración y de motivos, y  acorazado por una regia vocación para el género. Juliao es médico pediatra de profesión y oficio, condición que no le ha limitado el desarrollo de su entrañable vocación   poética. Las poesías de este autor rezuman una aquilatada formación cultural que le hace dueño de un vocabulario culto con el que hilvana y estructura sus ideas. Sus versos no son rimados, sino libres, y es variado el número de ellos en la construcción de las estrofas. Es desde su especial sensibilidad que surgen versos como estos:

¡ Ay. Si en vez del cuerpo/Se me viera flotar el alma

Limpia y transparente como las aguas/De algún río, tal vez inexistente

En “Tierra Vertical” se advierte, además, la reiteración de interrogaciones, preguntas sobre la existencia, que traducen un mundo interior de angustias, temores. En medio de la variedad temática, hay en este poemario tres tópicos en los cuales el poeta se adentra con gran intensidad, ellos son: el tiempo, la luz, y la muerte. Particularmente el tiempo domina casi todo el escenario del poemario. Ante lo imposible de controlar lo fugaz y el misterio del tiempo, el poeta hace una  síntesis del deseo, dice:

Quiero que el tiempo sea un objeto/manejable y digerible

Una cápsula de prisa comprimida/Para que sean eternas las rosas

En estos versos está presente la rosa como simbología. El último verso sirve de  conclusión o el remate de ese pensamiento: “Para que sean eternas las rosas”. En esa  simbología que es la rosa está el ser, el deseo de eternidad, la vida, y cotidianidad como tiempo transcurrido que pasa sin sustancia.

Es en la poesía “El Tiempo” y en “Borgeando”, donde más se cristaliza la razón y la  obsesión del poeta ante la figura del tiempo. Aquí se anida la presencia del miedo a la nada, al olvido, el tránsito al vacío:

Yo sé que no hay reloj que pare/ La fecha para mí irrevocable

En que un día o una noche ¡quien sabe!/Habré de irme a otra parte.

Ante la imposibilidad de manipular el tiempo manejándolo como cualquier objeto, el poeta dice:

Quisiera que el tiempo fuera un lugar/Y no esta sustancia/Para sitiarlo y tocarlo/

Y entrar en él sin darme cuenta/ Que lo he visitado./Un lugar distante del reloj

/Sin rutas ni coordenadas/Un calendario que empiece  y termine en cero

En el tema de la luz, Juliao se deja sentir como un poeta en búsqueda del misterio universal, se siente la presencia de un yo sediento de luz frente al misterio. En su libro “Ángel de Luz” es donde mejor desarrolla esta preocupación por la luz y el misterio. Esto se puede apreciar en la poesía “Viaje hacia la luz”:

Voy a mis laberintos de cal y sangre/ Donde húmedas claridades horadan imágenes

Toda sombra es un olvido de la luz/ La imposible negación de las presencias

El inexacto silencio/ La insondable soledad del misterio.

En  “Tierra Vertical”, a modo de sentencia el poeta dice: Y será breve escarceo de la luna  /Y el temblor de las estrellas.

Yo quedaré al alba anochecido /Y cerraré los ojos para mirar la luz

En Juliao es persistente el tono y el aliento existencial. Es bajo este  influjo que se presenta la poesía “Simbléresis de la Noche”, la más emblemática de “Tierra Vertical”, y quizá de todas sus poesías que gozan de ese modo particular de sentir la propia humanidad  desde ese aliento de un dolor arraigado. Veamos:

La tarde cuece un pan oscuro/ Con levadura de sombra /Al fuego del ocaso.

Resina de nubes / cáscara de niebla /velos de rocío…/ Negra, muy negra la noche viene

Es una poesía escrita y pensada en un lenguaje culto y de acuciosa profundidad. Las palabras seleccionadas adquieren una dimensión y un liderazgo que va más allá del valor gramatical y del lexical. Pero el tono más doliente, y de mayor acentuación pesimista se envuelve en los más finos contrastes  que se plasman en estos versos:

La espesa noche cóncava y azul/Mansa y podrida/Cerca y distante

Pero nunca, nunca más oscura ni más gris/Como este dolor  que a mi ser desnace.

En “Simbléresis de la Noche” hay un desahogo hondo de amargura y desaliento donde la noche es el centro, la razón y las consecuencias de lo que brota en ese ser perturbado. Hay un tributo a la noche, pero no cualquier noche, sino la del desgarro, la que tiene calificativos funestos: una noche muy negra, honda, inmensa, cóncava, gris, sombra del día.

Es aquí donde vierte y rezuma amargura y exasperación, una amargura que bordea los límites de la resistencia humana, es como si estuviera llegando al umbral emocional y espiritual, una situación crucial de la existencia, y que solo el poeta puede plasmar en conmovidos versos: “como este dolor que a mi ser desnace”. Juliao se coloca como cultor de versos que calan en el dolor humano desde lo más profundo.

Rivera Juliao tiene la virtud de poder expresarse interpretando lo que son signos de estos tiempos llamados de postmodernidad, donde la incertidumbre, el miedo, la inseguridad  y el vacío interior caracterizan y consumen la existencia humana. Por eso se vive con ansiedad en un presente en cuyo discurrir deja la estampa de un futuro sombrío. Se proyecta una visión pesimista e individualista de la vida, y el ser se gasta en el deseo de entender los misterios que agolpan su imaginación y distorsionan el sentido de la existencia en sí.

Esta visión del mundo, que como síntesis está presente en estas poesías, encaja en el  análisis que hace el siquiatra José Miguel Gómez, quien en su libro “Éxito y agonía de la postmodernidad” dice que “En la postmodernidad, el inconsciente colectivo ha decidido no confrontar de forma adulta sus traumas, más bien ha decidido minimizarlos, negarlos, victimarse o despersonalizarse ante la confusión que se vive y se respira, debido a la incomprensión, a la indiferencia, a la competitividad desigual, a la inequidad, a la exclusión y a la pobreza espiritual y moral” . Leamos con avidez al poeta Ángel Rivera Juliao, y por su estatura poética reclámese para él otro sitial, otras avenidas que le conduzcan hacia espacios distantes del que circundan los mares de esta parte de La Española.

lidiamelania@claro.net.do

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