Angela Hernández y los caminos de la solidaridad entre mujeres escritoras

Angela Hernández y los caminos de la solidaridad entre mujeres escritoras

RELACIÓN ENTRE MUJERES. Hablar de solidaridad, o de caminos de la solidaridad entre las escritoras, es referirse a un cambio en la ideología que norma la relación entre mujeres.

Son muchos los caminos de la solidaridad entre mujeres escritoras; la lectura de textos; las colaboraciones literarias; los viajes compartidos; el apoyo en premios y concursos; la valiente defensa cuando de difamación o agresiones se trata; el compartir ciertas amistades y contactos importantes.
He transitado muchos de esos caminos con Ángela Hernández. Desde nuestra estadía común en casa de la Dra. Daisy Cocco de Filippis, junto a la poeta Aurora Arias; hasta nuestras actividades en universidades de Queens y el Bronx.
Con Ángela he revisado las antologías de ensayos de la Fundación Bosch, y he compartido en sesiones privadas informaciones que le concernían. Su elección como Premio Nacional de Literatura fue una gran alegría, porque abría un espacio para las mujeres de su generación y premiaba no solo su producción literaria sino su lucha, junto al feminismo local, por el bienestar del género femenino.
Por eso no dudé en firmar un documento de desagravio a Ángela, por las agresiones de un enardecido conglomerado pseudo- nacionalista; un documento donde me hubiera gustado encontrar las firmas de las escritoras que Ángela ha distinguido siempre, a algunas otorgándoles un estatus de luchadoras por las mujeres que no tienen; a otras reconociéndoles una preeminencia literaria que siempre ha bordeado en la neurosis; a sus compañeras de la Academia.
Pensando en Ángela publico este ensayo sobre los caminos de solidaridad entre las escritoras, con la mira puesta en las másjóvenes.
La Varona Intelectual. En su ensayo sobre la “varona intelectual”, la poeta Carmen Imbert planteaba que las mujeres son “hermanas y enemigas, cuando la búsqueda individual aboca a la valorización de tu ser como persona”, y añade:
“Difícilmente tiendes la mano a quienes están sumidas en el pozo del cual lograste escapar con mucho esfuerzo y asumirás la actitud de “varona”, es decir, de una mujer con los prejuicios y actitudes propios del “varón intelectual tradicional”.
La actitud (elitismo, arrogancia, prepotencia, o mezquindad) que Carmen define como de “varona” en el campo intelectual, es la misma de cualquier otra mujer en las bellas artes (la fama infame de críticas, bailarinas, actrices, pintoras y otras, es de todos conocida), o de cualquier mujer en el campo profesional que no haya experimentado una transformación ideológica-moral que la una a las demás, en una relacióndialéctica, así como el agua separa momentáneamente el polvo de la tierra que lava y conjuga.
Y, es la misma, porque sea en el campo que sea, dentro de la sociedad en que vivimos, la competencia afecta doblemente a las mujeres ya de por si marginadas históricamente del “establishment cultural”, como ha sido demostrado hasta la saciedad por los ensayos de ÁngelaHernández, Carmen Imbert, Ylonka Nacidit, y quien escribe.
Aunado a una realidad social que margina a las mujeres, está el mito tradicional sobre el escritor, o escritora, como Quijotes solitarios que van construyendo su mundo, como entes aislados que en su cuarto propio, o en la parte atrás de su casa (en Santo Domingo hay pocas buhardillas), se enfrentan en un duelo con las palabras para reafirmar su libertad creadora. De ahí lo imperecero de los versos de Neruda, cuando describe en El Hombre Invisible (que muy bien pudiera ser La Mujer Invisible) a ese ser descarnado y supra individualista que se confunde, o idealiza, como poeta y escritor:

“Yo me rio… me sonrío
De los viejos poetas
Siempre dicen yo,
A cada paso
Les sucede algo
Es siempre “yo”,
Por las calles
Solo ellos andan
O la dulce que aman,
Nadie más.
…Son tan grandes
Que no caben en sí mismos,
Se enredan y desenredan
Se declaran malditos
…piensan que son diferentes
A todo elmundo
Todos los días comen pan
Pero no han visto nunca
Un panadero
Ni han entrado a un sindicato
De panificadores
Y así mi pobre hermano
Se hace oscuro
Y se halla
Interesante,
Esta es la palabra”.
Mary Castro, intelectual brasileña, afirma que los jóvenes de hoy (“La juventud es algo que se malgasta en los jóvenes”, dijo Einstein), escritores o no, son víctimas de los tres jinetes del Capitalismo: El individualismo, el nihilismo y el materialismo, no necesariamente en ese orden.
De los tres, creo que los dos últimos se pueden resumir en el primero: El individualismo, esa “virtud” que con la aureola de mandato divino propulso las grandes revoluciones, la lucha de clases,la dominación de los países máspequeños por los que tenían más poderío; de las mujeres por los hombres, los “ignorantes” por los que tenían el conocimiento de cierto tipo de saber: de la “civilización” occidental, sobre el resto de la humanidad.
Insisto en lo ideológico, porque es imposible hablar de la solidaridad entre mujeres, ya sean escritoras o no, sin una reflexión sobre la ideología vigente y su impacto en su conciencia social, en sus actitudes, en su práctica cotidiana.
Hablar de solidaridad, o de caminos de la solidaridad entre las escritoras, es referirse a un cambio en la ideología que norma la relación entre mujeres. Un cambio que no necesariamente precede de inmediato a los cambios estructurales, como lo demuestran las dificultades que tienen las sociedades que han pasado por un proceso revolucionario para crear al hombre y la mujer nuevos.
Fundamentos de una nueva ideología. La carencia de esa ideología no niega la existencia de mujeres que han sido pioneras en demostrar su ausencia y los caminos para construirla, siendo la mayor de todas Camila Henríquez Ureña. En un discurso que leyera en el Congreso Nacional Femenino, en La Habana, en 1930, Camila insiste en lo que deberían ser los fundamentos de la creación femenina y de la relación entre mujeres escritoras, y cito:

1.-Las mujeres de excepción de los pasados siglos representaron aisladamente un progreso en el sentido vertical. Fueron precursoras, a veces sembraron ejemplo fructífero. Pero un movimiento cultural importante es siempre de conjunto y necesita propagarse en sentido horizontal.
2.-La mujer necesita desarrollar su carácter en el aspecto colectivo, para llevar a término una lucha que está ahora en sus comienzos.
3.-La mujer necesita hacer labor de propagación de la cultura que ha podido alcanzar para seguir progresando.
Fundamentos que a su vez se originan en el reconocimiento de que las mujeres”
–“Somos hermanas en sufrimiento”
–“En propósito”
–“En deber”.
Y no, “rivales en potencia o desconocidas que se odian”.

En 1983, a raíz de una serie de discusiones sobre problemas comunes, un grupo de poetas decidimos agruparnos en un Círculo y emerger con un homenaje a nuestra poeta nacional: Aida Cartagena Portalatín.
La historia sobre los inconvenientes que nos causó el determinar llamarnos poetas y no “poetisas”(recomendación de Aida Cartagena), rechazando el ejemplo de los poetas sorprendidos, quienes en su salutación a la Premio Nobel Gabriela Mistral escribieron: “UN poeta de nuestra Hispanoamérica ha recibido el galardón”), es solo un reflejo de la intransigencia de una sociedad no acostumbrada a que las mujeres reclamen su sitial siquiera en el lenguaje.
No todo ha sido un lecho de rosas. Aun somos producto de la superestructura ideológica que pesa sobre nuestras conciencias para reafirmarse, para irnos, como dice Carmen Sánchez, “cortando las piernas con hachas de huesos humanos”.

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