Angela Peña – Cuidado con el amor

Angela Peña – Cuidado con el amor

Ya lo había recibido por medio de las páginas electrónicas de La Nación Line, de Argentina. Pero algunos amigos lo leyeron en el Informe Confidencial de Periodista Digital, que también lo reprodujo, y lo reenviaron con menos sorpresa que con la satisfacción o el dolor que produce comprobar que “el amor anula una parte del cerebro”. Ambos medios de Internet se basaron en un estudio realizado por la University College London, publicado en el último número de la revista científica NeuroImage, que afirma que “los sentimientos amorosos llevan a una supresión de la actividad en las áreas del cerebro que controlan el pensamiento crítico”. Esa es la razón por la que tanto frente al amor maternal como al romántico que se profesan las parejas se dice que “el amor es ciego”.

No hay en ellos evaluación negativa, lo que se “escanea” en el cerebro es la idea de que lo que se ama es bello y supremo, puede ser un mono, una ciguapa, un “cómeme”. En el amor, según el análisis, los seres amados reciben de la materia gris del enamorado lo que definen como “sistema de recompensa”. En todos los casos, en sus estados iniciales, el amor deja a sus presas “flotando en las nubes”.

Por otro lado, investigadores italianos sugirieron que “el amor disminuye un neurotransmisor llamado seratonina en el cerebro, dejándola en los mismos niveles que los de las personas que sufren de desorden obsesivo compulsivo. Este descubrimiento explicaría por qué algunos enamorados suelen obsesionarse con su pareja”.

“Los efectos inesperados del amor no terminan ahí. El doctor John Marsden, director del Centro Nacional de Adicciones del Reino Unido, anticipó a la cadena de noticias BBC que la dopamina –la sustancia producida por el cerebro cuando está excitado produce en el cuerpo los mismos efectos que la cocaína o las altas velocidades. La atracción es realmente como una droga. Te deja queriendo más”, dijo Marsden.

Cuando uno empieza a hablar con alguien que encuentra atractivo “el cerebro se enciende, el corazón empieza a latir tres veces más rápido que lo normal y bombea más sangre a las mejillas y a los órganos sexuales, con los conocidos hormigueos en el estómago como resultado”, comenta Gabriela Litre, para La Nación.

Parecería que el amor es caprichoso, violento, traicionero, voluble y veleidoso. Nubla la razón, opaca el entendimiento, no da paso a la cordura. Tiene una alta dosis de fantasía y mucho de peligro. A la infeliz lechuza le comieron sus pichones porque al pedir perdón al águila por ellos, y ésta prometerle que los respetaría, le comentó: “no tardará en verlos, Majestad, son los bebés más bellos del bosque. Por las dudas, el águila fue directo a los más feos, y los devoró. Eran los hijos de la lechuza”.

No es de sorprender que tantos flechados por Cupido den besos y abrazos a unos compañeros que parecen monstruos mientras les susurran cariños como “mi calvo, mi bebé, mi gordo, mi cuco, mi mono, y hombres que, mientras acarician con ternura a sus amadas les dicen suavemente al oído: “Mi cucusa”.

Lo positivo de tanta ceguera y parcialidad sentimental es la conclusión de que, “tal como sucede con la cocaína y la velocidad, el efecto es temporario… El futuro de la relación, entonces, comienza a depender de factores mucho más profundos que un conjunto de hormonas y de caprichos cerebrales”.

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