Ángela Peña – El Chopo, La Salsa

Ángela Peña – El Chopo, La Salsa

Es un artista plástico excepcional que ha recorrido América y Europa. Pinta, dibuja, esculpe, hace fotografía y cine con originalidad y calidad insuperables. Es un ser humano sensible, generoso, solidario que tal vez va a pasar a la posteridad más por el patético retrato de su mejor amigo, Omar, moribundo, afectado de SIDA, casi consumido, desnudo, cual cuadro de La Piedad entre sus brazos. Pero prometió a Omar que iban a estar juntos para siempre y la genial obra de arte es un impresionante tributo a la amistad que contrasta con la alegría, el colorido, la animación de las demás piezas que exhibe en el Museo de Arte Moderno.

Raúl Recio es una cura, un eficaz antídoto contra el estrés, la mejor solución a las crisis. Ofreció un tour “de amigos” y explicó sin rebuscamientos ni poses, con absoluto desenfado y admirable autenticidad esta exposición amplia, diversa, variada, casi múltiple que él ha denominado “La Salsa”. La Salsa, explica, es “un chopo dominicano” respetado y admirado por la influencia que le dan sus cuartos. Tiene poder y una motocicleta roja de 1.000 cc que es una bestialidad. En ella hizo su incursión la noche inaugural causando estruendos y levantando polvo con sus guantes plásticos rosados y su indumentaria bermellón que enloquece tanto como su naturaleza colosal que, según Raúl, es indiscutible característica choperil.

Dos años pasó Recio creando este personaje que representa los valores de lo que se denomina el chopo que, años atrás, expresa, “era un peyorativo muy desagradable para los campesinos que se hacinaban en la periferia”, introducido por la clase media balaguerista para referirse a sus sirvientes, manifiesta. La Salsa domina el gusto por el color, la exageración, el gigantismo, la cerámica. “Todo chopo con cuartos se monta en un motor veloz” comenta mostrando el más imponente objeto del salón: un inmenso motor rubí con dibujos y flores.

Raúl, convertido ya en chopólogo, significa que “el dominicano está negado a ser categorizado como chopo” y que “El nivel más alto de chopería está en la política”. La Salsa, agrega, puede ser gay o heterosexual, escribe, convierte las mujeres en cerámica o ésta en vasos pero las destruye a batazos al igual que a los jarrones cuando penetra a un escenario que lo rechaza, como es este Caribe que siente ajeno. La Salsa hace justicia y por eso fue a “la bolita del Mundo” a dar a conocer “el proyecto más chopo de la historia” nacional: la coronación de Angelita I y a demostrar, con el abandono del Monumento a los Héroes, lo poco que vale en este país luchar por la Patria.

La Salsa es pelotero: “el clímax económico del chopo es la pelota” y por eso en esta singular muestra hoy docenas de beisbolistas, moldeados finamente en relieve, en gigante instalación, en fotos ampliadas o retocadas, en esculturas. “Todos los chopos son débiles con la pelota”, asegura Raúl. Ojos, bigotes, barbillas, espejuelos, cabellos, bocas, mejillas, frentes, orejas de todos los políticos nativos contemporáneos son, por otro lado, gigante alfombra pegada al piso porque La Salsa explora ese mundo y porque “no hay un estadio más chopo que la política”, afirma. Raúl Recio asume que es el chopo mayor, aunque desarrollado, pero chopo, y no se limitó a las sugestivas obras de arte: dibujos, animación digital, murales, fotos, documentales, relieves, las pellizas y los preciosos jarrones azules ornamentados contrastantes con las cortinas hechas del plástico usado para asegurar electrodomésticos en las cajas de cartón, sino que el día de la inauguración brindó exquisito vino, “para ser más chopos todavía”. La exposición está en cartel. El próximo día 30 La Salsa volverá a cortar el aire en su supermoto rubí encendido que adorna una pucha de claveles de papel de todos los colores.

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