Angela Peña – La calidad del tiempo

Angela Peña – La calidad del tiempo

No importa los años que dediquemos a una causa si ellos no cuentan con la calidad del tiempo necesaria. He sabido de relaciones de pareja que han durado décadas y, sin embargo, se han conocido menos que otras relaciones que llevan apenas meses.

La calidad del tiempo que dedicamos es más importante que su cantidad. Dar, por ejemplo, a nuestros hijos dos horas de tiempo de calidad al día, vale mucho más que un día entero en el que no se intercambia ni una sola palabra, en el que no nos comunicamos ni siquiera con una mirada.

Existen madres que no laboran fuera de casa, que están todo el día pendiente a lo que pueda faltarle a sus hijos, a que todo esté bien puesto en la mesa para cuando lleguen de la escuela, lo llevan y lo buscan adonde sea necesario, le cubren todas sus necesidades y caprichos y no saben ni como piensan sus hijos.

En cambio, hay otras madres (y padres también) que laboran todo el día y que apenas si tienen tiempo para estar con sus hijos, sin embargo la escasa media o una hora de la que disponen al día está llena de calidad.

¿Por qué? Porque estos padres escuchan a sus hijos, entran en sintonía con ellos con tan solo dirigirles una mirada, no precisan de palabras ni largas conversaciones.

Son padres que en realidad están cerca de sus hijos, no físicamente, sino en su interior. Saben qué quieren, qué les gusta, con quienes se juntan.

Conocen de sus temores, sus ansias, sus proyectos, sus debilidades y están a su lado siempre que ellos lo requieran.

La calidad realmente es lo que importa al momento de ocuparnos de algo. No solo en lo personal, también en el plano laboral, profesional, de negocios

Cada cosa que hacemos debemos hacerla con calidad, muy en especial cuando de afectos se trata.

Compartir un rato con calidad, con profundo sentimiento, supera todas las horas que podamos transcurrir al lado de una persona si éstas no poseen la calidad necesaria.

Que nuestros hijos sientan nuestra presencia aún si estamos distantes; que sepan que pueden contar con nuestro apoyo incondicional, pase lo que pase; que se sientan fortalecidos y seguros en un fugaz abrazo que les prodiguemos, que sientan, en grande, la calidad de nuestro amor, la calidad de nuestro afecto.

No hay nada mayor para un hijo que saberse amado y respaldado por sus padres por muy poco que sea el tiempo que puedan dedicarse.

Una madre o un padre que perciba a distancia la necesidad de un hijo y que ese hijo perciba ese apoyo de sus padres, implica que ha habido calidad en el tiempo que se han dedicado de ambas partes.

La comunicación, el respeto, la confianza, la atención y la paciencia son, a mi entender,los elementos principales que nos conducen a darle calidad al tiempo que dedicamos a nuestros hijos.

No importa lo ocupados que estemos, a la hora de una llamada de un hijo todo lo demás debe detenerse para ponerle toda la atención que ellos se merecen y que precisan no importando su edad ni condición.

Ya sean niños, ya sean adolescentes, ya estén casados, siempre seremos sus padres y siempre precisarán de nuestra atención, de nuestros afectos, de nuestros consejos y de nuestra orientación.

Todo el tiempo que le dediquemos a nuestros hijos, tiempo de calidad, será para su seguridad, para su fortalecimiento como personas, como entes equilibrados emocionalmente hablando. Es un tiempo que no tiene precio y cuyo valor no cabe en ningún cheque.

Por más tentadora que sea la oferta, ninguna superará lo que vale el tiempo que le dediquemos a nuestros hijos. Disfrutémoslos, día a día, segundo a segundo. Si madre solo hay una, cada hijo es irrepetible, apreciemos su valor.

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