Angela Peña – Mercader, la gran risa del dominicano

Angela Peña – Mercader, la gran risa del dominicano

Es extraño mezclar risa, sarcasmo y continuidad. “Quien relaja nunca piensa”, se dice con frecuencia. Visitar la última exposición de José Mercader en los salones de Casa de Teatro, es repasar no sólo la historia dominicana más amplia de los últimos años. Es también acceder a detalles muchas veces inéditos de los personajes que caricaturiza. Es encontrarse con una sonrisa socarrona, de esas que llegan al alma. Es advertir cómo los ojos, la boca, el cabello o la calva del político, el periodista, la autoridad civil o religiosa, revelan un detalle del ser y del hacer, de la personalidad oculta. Si Dios le concede el cuerpo a la persona, a veces parece que es otra fuerza quien le concede la manera de moverse y expresarse.

La vida es como un inmenso escenario donde el ser humano tiene que rodar y mostrar sus mejores habilidades. José Mercader siempre ha estado dispuesto a captar con su pincel o su brocha esos detalles curiosos, íntimos, descollantes de las figuras más rutilantes de la vida pública nacional. Vista su obra de conjunto, que comenzó a mediados de los años 70, puede decirse que es uno de los grandes caricaturistas contemporáneos. Nadie como él ha montado tantas exhibiciones y de tan buena calidad, constituyéndose, tal vez sin él quererlo, en una especie de cronista histórico. Caricaturista, ilustrador, pintor, José Mercader comenzó estudiando psicología en la UASD, carrera que abandonó por apasionarle más la figura personal que la interioridad psíquica. Aun así, siempre ha sabido plasmar lo más característico de personas y situaciones.

Junto al desaparecido artista Amaury Villalba, se convirtió en uno de los grandes renovadores del arte de las portadas de libros, en la Editora Alfa y Omega. La mayoría de los periódicos dominicanos, tanto impresos como digitales, han reproducido sus obras.

En esta exposición de Casa de Teatro se destacan las figuras del presidente Hipólito Mejía y de Joaquín Balaguer como si estuviesen en algún drama de Shakespeare. Están Julio Hazim como un mercader de Venecia, el padre Rogelio Cruz como un fauno y más de cien figuras de todo el panorama político, social, religioso, cultural, económico del país: Leonel Fernández, el cardenal López Rodríguez, monseñor Agripino Núñez, Milagros Ortiz Bosch, Freddy Ginebra, Trujillo, Vincho Castillo, y hasta figuras internacionales como Condoleeza Rice.

Si la sonrisa es el espejo del alma, Mercader logra presentar algo más que el alma: también el pelo, los espejuelos, las orejas, las cejas, pueden permitir descifrar las interioridades más insospechables de los modelos.

El artista vive en Québec, Canadá, donde también desarrolla una fructífera labor dentro del arte de la ilustración y la caricatura. Además es un prolífico escritor. Sus libros, donde combina caricatura e historia, son más de veinte. La guerra de abril, las figuras de Caamaño, Máximo Gómez, temas como el racismo, las bicicletas, el deporte, las negras, la naturaleza, son parte de una producción que el mismo autor muchas veces ni siquiera puede recordar.

Sus producciones han sido expuestas en diversas galerías nacionales. La calidad de esas, como de éstas ciento cuarenta que permanecerán todo este mes en Casa de Teatro, ha sido valorada por la crítica nacional y extranjera y por organizaciones no gubernamentales que le han publicado sus obras en inglés, francés y alemán.

Hay que visitar esta muestra de Casa de Teatro y sentir, viéndola, como la historia reciente no sólo es de las grandes personalidades sino también de lo más alto, bajo y curioso de la psicología humana.

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