Angela Peña – Tan viejo como su miedo

Angela Peña – Tan viejo como su miedo

Para animar el espíritu y permanecer joven a pesar de los años, muchos mayores han creado expresiones que justifican su gusto por la vida, el temperamento activo, emprendedor, la eterna alegría, la permanencia en el trabajo pese a estar en edad de retiro, el sentimiento presente del amor, aunque otoñal. Dicen que “ahora cualquier muchacho tiene ochenta años”, que no hay edad para enamorarse, que la misma es un estado mental y que el cuerpo envejece sólo cuando el alma está caduca, chueca.

Hay nonagenarios con más proyectos que un adolescente y con una agenda tan repleta de actividades que supera la del ejecutivo más ocupado. Sonríen a la vida y sacan partido a las experiencias más negativas. Las situaciones difíciles las enfrentan con un calmado “la vida continúa”, como si las hubiesen estado esperando. Tienen tiempo para trabajo, ejercicios físicos, visitas al médico, encuentros sociales y son los más cumplidores acompañando al prójimo en las adversidades.

Muchos jóvenes, sin embargo, son todo lo contrario. Con toda una vida por delante, son insufribles, amargados, que de juventud sólo tienen los años y la tersura de su piel lozana. Y como ellos, hay personas de más edad con las que nadie desea compartir por su mar de quejas y su rosario de achaques y dolores. No se esfuerzan por sonreír ni aprecian el don de estar vivos. Se encierran en sus angustias y en la insufrible añoranza de los tiempos pasados, que dicen fueron mejores, sin reparar en que el ayer no retoña. Se congelan en épocas irremediablemente idas sin esforzarse por incorporarse a lo nuevo, según sus posibilidades y limitaciones.

A este grupo de insoportables rendidos conviene leer este mensaje escrito por un grupo juvenil de Medellín, Colombia, que invita a un seminario para desarrollar un sendero espiritual ante los desafíos de ser joven hoy, y que concluye: “Todo aquel que aun se considere joven puede asistir, no importa la edad”. Y comenta:

“La juventud no es una época de la vida, sino un estado del espíritu, un efecto de la voluntad, una consecuencia de nuestro entusiasmo. La juventud es una victoria del valor sobre la timidez, del deseo de aventura sobre la inercia y la rutina. Nadie envejece sencillamente por el número de años. Envejecemos al desertar de nuestros ideales. Los años pueden arrugar la piel, pero la falta de entusiasmo envejece nuestra alma. La preocupación, la duda, la falta de confianza, el temor y la desesperación son estados de ánimo que doblegan el corazón y reducen el espíritu a cenizas. Joven es aquel que es capaz de asombrarse y maravillarse, el que como un niño insaciable pregunta siempre, el que desafía los acontecimientos, el que experimenta el goce de vivir. Uno es tan joven como su fe, tan viejo como su duda, tan joven como su confianza en sí mismo, tan viejo como sus miedos; tan joven como sus esperanzas, tan viejo como su abatimiento. Serás joven mientras permanezcas sensible a los mensajes de la naturaleza, del hombre y del infinito”.

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