Fuera de gestiones a través de campañas de publicidad o relaciones públicas, la efectividad real de las políticas públicas se mide o visualiza por el impacto que tienen en la colectividad de una nación y la forma en que esto influye en la calidad de vida y el acceso o beneficio a servicios orientados al interés general y no a satisfacer requerimientos particulares o grupales.
Cuando se dan estas laudatorias condiciones, que desafortunadamente no concurren con tanta frecuencia desde la esfera del Estado, hay motivo para satisfacciones y los ciudadanos que disfrutan de los servicios públicos brindados de forma conveniente y regular se convierten en coprotagonistas y promotores de los mismos con la fuerza del testimonio personal.
Eso es lo que ha ocurrido con los dos millones de beneficiarios de asistencias brindadas a choferes y conductores en vías troncales y secundarias del país, que en su mayoría han coincido en designar como “ángeles de carreteras” al personal policial y militar que junto a mecánicos y operarios especializados ofrece asistencia a quienes sufren alguna falla en sus vehículos mientras se desplazan por autopistas y diferentes vías del país.
Además de ofrecer ayuda rápida a las personas que se quedan varadas cuando sus vehículos sufren algún desperfecto mecánico, la pinchadura de un neumático o cualquier otro tipo de desperfecto, el personal asignado al Programa de Protección y Asistencia Vial que dirige el Ministerio de Obras Públicas garantiza seguridad que antes no existía y que exponía a serios riesgos a muchas personas.
Con frecuencia se registraban casos de conductores expuestos a esos percances, especialmente en horas de la noche y en tramos solitarios y carentes de alumbrado público, cuando eran asaltados o desvalijados, como ocurría en los robos a camioneros que transportan productos comestibles y mercancía diversa en vías que conducen a regiones y apartadas zonas del interior.
Por eso eran los que en su mayoría, exhibiendo sus atuendos de trabajo y sus equipos motorizados, superaban en número a los funcionarios y los asistentes e invitados al acto en el cual el Ministerio de Obras Públicas ofreció detalles pormenorizados y explicaciones sobre los logros del programa de asistencia vial y la forma en que se ha ido ampliando con el paso del tiempo.
A muchos de los asistentes al acto, celebrado en el salón de un hotel de Santo Domingo, les llamó la atención y lo celebraron como un detalle muy justo y loable, que estos meritorios servidores fueran los principales festejados del aniversario del programa, aunque como era natural, también hubo menciones a los exdirectores, mayor general Estanislao Gonel Regalado, el capitán de navío Luis Manuel Félix José y el coronel piloto Ricardo Agustín Castillo Terrero.
El impacto positivo a los dos millones de conductores beneficiados en las carreteras fue ofrecido en un discurso pronunciado por el director de la Comisión Militar, Douglas Borrell en la celebración de haber llegado a esa cifra, que correspondió al señor Lorenzo Mercedes, a quien se le pinchó un neumático cuando en compañía de parientes viajaba en su vehículo por la autopista Duarte, en las proximidades del trayecto de Loma Miranda.
La mención de “ángeles de carreteras”, acogida por los participantes como una expresión espontánea y coincidente tomada del sentimiento de agradecimiento las personas asistidas, fue hecha por el ministro de Obras Públicas, Ramón Pepín, quien destacó a su antecesor en el cargo, Gonzalo Castillo, como el creador de un programa que se ha convertido como ejemplo de servicio público.