Angustiante espera para un trasplante
de hígado

Angustiante espera para un trasplante <BR>de hígado

POR ANGELA PEÑA
Cuando Nicki tomó el avión hacia Francia para tocar en una de sus acostumbradas giras artísticas por el mundo, jamás supuso que su entusiasmo se convertiría en dolor, que el escenario que le esperaba era la fría habitación de un hospital, que no haría vibrar su batería sino, al contrario, el tocado sería él para ser sometido a lastimosa biopsia y angustiantes exámenes clínicos.

Tampoco imaginó que no retornaría a la República Dominicana. Desde diciembre del 2003 está ausente del país. Ahora en New York, en lista de espera para un trasplante de hígado.

Mientras aparece un donante sano, compatible, su madre se afana en Santo Domingo vendiendo propiedades suyas y de su hijo enfermo para poder enviarle mil quinientos dólares que cubran el alquiler de la vivienda donde se aloja y una alimentación precaria porque la única suerte que ha acompañado al director del grupo Túcaro & Daban, que es además administrador de empresa egresado de una universidad de California, y economista político graduado en la Henry George School, de New York, es la de haber nacido en Estados Unidos el 22 de junio de 1951, cuando sus padres, Nicolás y Lucy de Silfa, luchaban en el exilio contra la dictadura de Trujillo.

En Francia apenas lo estabilizaron para ponerlo en condiciones de viajar. Gracias a una compañera de travesía que conocía médicos en aquel país, lo ingresaron durante tres meses al centro de salud donde le atendió el doctor Salmerón, brasileño, que al enterarse de su ciudadanía norteamericana lo refirió al Medical Center, de Nueva York, donde inicialmente lo examinó el doctor Lantigua para luego enviarlo a los especialistas en vías digestivas. Desde marzo del 2004, Nicki recibe atenciones de ese hospital.

Doña Lucy cuenta que a su hijo le diagnosticaron Hepatitis C en Santo Domingo, y que le dieron una esperanza de vida de cinco años. «Pero no fue atendido debidamente y se deterioró en tal forma que ya no puede mejorar sino es con el trasplante de ese órgano vital. Mi hijo se encuentra en espera de la misericordia del Todopoderoso, pues cuando se cuenta con medios económicos limitados, hay que someterse a una lista de espera», confiesa la dama con incesante llanto.

Ella no estaba enterada de la enfermedad de su hijo. Tanto él como el médico que le atendía aquí decidieron evitarle el sufrimiento de saber que Nicki tenía contados sus días: cinco años, siempre que mantuviera la dieta rigurosa que le indicaron. «Al transcurrir diez años, ya sólo nos queda esperar que aparezca el órgano sustituto apropiado y confiar en que Dios nos ayudará».

La casa de la señora es ahora una especie de bazar vendiendo el carro del año 86 de Nicki, sus muebles, inversor, microondas, planta eléctrica. Vendió la casa que heredó de sus padres y depositó el producto de la operación en certificados financieros pero con la baja drástica de los intereses, apenas le alcanza para sobrevivir ella. Su vestimenta es la misma de hace veinte años.

Refiere doña Lucy que sospechaba algún quebranto físico o emocional en su vástago pues desde que se avecinaba el plazo de vida de los médicos nacionales, se tornó malhumorado, a veces depresivo.

Nicki, a quien algunos amigos y compañeros músicos conocen también por «Túcaro», debido al nombre de su banda, salió en aparente buen estado para Francia, pero «no pudo ni tocar. Comenzó a sentir unos dolores terribles, un malestar que le impedía estar en pie. Fue del avión al hospital. En Francia trataron de superarlo, pero no podían operarlo porque no es residente ni ciudadano francés. Lo pusieron en condiciones de viajar pero ningún avión quería transportarlo en esas condiciones. Entonces Salmerón me aconsejó que, como nació en Estados Unidos, lo llevara al Medical Center donde él había trabajado y comprobado la calidad de médicos y equipos. Hizo grandes reconocimientos a Nicki, admirado de su dignidad, entereza e inteligencia. Le cortaron un pedacito de hígado y reconfirmaron su estado, es ahí donde me entero que ya no es una cirrosis hepática sino que está en situación muy avanzada y no se recomendaba nada que no fuera el trasplante: se había desgastado demasiado. Según Salmerón, Nicki ha sobrepasado el plazo de los facultativos dominicanos porque «se cuidaba mucho». Las causas del mal, dijo a doña Lucy, «son indeterminables».

Según médicos de Nueva York, los medicamentos que le recetaron en el país no era los correctos para su enfermedad, refiere la madre. Agregó que eran unas pastillas procedentes de Suiza en las que ella invertía un dineral para que no les faltaran. En Estados Unidos, sin embargo, narra que las tiraron al zafacón porque «probablemente sus componentes le alteraban más el hígado. Gracias a Dios que siempre ha llevado una vida ordenada», comentó.

Hipólito y Oscar Lama

Nicki Silfa Hernández es conocido en los medios artísticos nacionales e internacionales por sus excepcionales dotes como baterista. En los años 70-80 acompañó a Frank Sinatra, Santana, Sergio Méndez, Jerry de Jong & Friends, Marshall Tucker, Little Feat, Herat, Spyro Gyra, The Producers, The Babys, Strey Cats y trabajó en H.B.O. en recorridos por Houston, Texas, Aruba, Jamaica, Haití, Puerto Rico, California, Costa Rica, Guatemala, Nueva York, Filadelfia.

Aquí participó en el Concert for the America, en Altos de Chavón, amenizó en la apertura del hotel Jaragua, con la Orquesta Jaragua, durante varios años, y acompañó la Orquesta Internacional de Ramón Orlando en sus baladas, desde 1990 hasta 1997. Sus travesías han incluido Europa, América del Norte y América Central, siempre elogiado por los críticos.

Pero ya Nicki Silfa había ocupado primera plana de los periódicos neoyorquinos en su infancia. La Prensa, de Nueva York, lo mostró con este pie de foto: «Amenazan con bombardear escuela. El niñito Silfa, de 8 años, y del 229 Oeste de la calle 97, en Manhattan, aparece escoltado por los policías Zulberti y Maximillo del Cuartel No 20 y su mamá Lucy, de 32 años, cuando abordaba un auto de patrulla de regreso a su casa momentos después que una mujer desconocida llamó al principal del centro docente amenazando con poner una bomba en los alrededores «si el niño no salía de la escuela antes de las dos de la tarde». La escuela fue evacuada y una búsqueda falló en revelar la presencia de la bomba en el plantel».

Madame Chiang-Kai-Chek llamó a doña Lucy ofreciéndole cubrir los gastos de un colegio interno, pero con la condición de cambiar el nombre del pequeño para evitar que lo rastrearan. Ella agradeció el gesto, pero no aceptó la oferta. «Hay que pagar el precio de lo que uno hace en la vida», pensó la vocera del exilio antitrujillista en Nueva York.

En estos momentos, la viuda de Nicolás Silfa, quien fue un decidido opositor al régimen de Trujillo, vive la angustia por la enfermedad de su hijo y, mientras reza a la espera de un donante idóneo, va desprendiéndose de sus bienes y propiedades de valor para enviarle la cuota mensual a Nicki, que sólo de vivienda debe pagar 700 dólares mensuales.

El ex Presidente Hipólito Mejía y el banquero Oscar Lama, a quienes conocieron durante el exilio en Nueva York, hicieron aportes para esta causa, que ya consumieron.

«Su estado en este momento es estable, pero incapacitado para trabajar, apenas camina una cuadra sin cansarse, duerme muy poco, lo que le impide ganar fuerzas en el reposo, y mantiene una dieta muy rigurosa, entre otras limitaciones que le impiden llevar una vida semi-normal. Nicki no está interno, pero tiene que asistir varias veces a la semana para chequeos, seminarios informativos de la enfermedad y de lo que puede esperar después del trasplante. Como madre, creo que no es necesario explicar cómo me siento», confiesa con los ojos inundados de lágrimas.

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