Angustias con el pasatiempo favorito

Angustias con el pasatiempo favorito

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Se podría creer que nuestro pasatiempo favorito son las actividades deportivas del béisbol o del baloncesto y en menor escala ahora que el fútbol arropa al mundo entero con el mundial de Alemania, sin embargo tal percepción es falsa. Los políticos dominicanos, con sus travesuras y sus delirios faraónicos, nos hacen ver que dedicamos más tiempo a discurrir sobre la política que en cualquier otra actividad deportiva, religiosa o productiva.

El ambiente nacional siempre está ocupado en algún acontecimiento político. Los medios tienen su principal fuente de alimentación de noticias en las andanzas y decires de los políticos, que se convierten en los divos nacionales. No transcurre un día donde no estén figureando en un programa de panel en la televisión o la radio, inundando el espacio con sus análisis, que según ellos, son los que contienen la verdad. Muchas veces engatusan a los gobiernos y se ven recompensados con altas funciones públicas. Sólo subsisten por la benevolencia de los que gobiernan, que no los despiden por los errores que cometen, o por los latrocinios flagrantes que protagonizan con los recursos del Estado.

Asimismo, los medios escritos necesitan nutrirse diariamente de los protagonismos de los políticos. Es notoria la costumbre de que si son funcionarios, cuando ofrecen algunas declaraciones de algo que está realizando en el desempeño de sus funciones, aparece su fotografía bien retocada, en lugar de mostrar la razón de sus declaraciones para la información.

Y la pasión dominicana por la política, desatada con todo su furor cuando la libertad renació en el país a partir de 1962, con la caída de la dictadura y el surgimiento de los gobiernos con destellos de respeto a la libertad de expresión, arropó a todos los sectores, desde entonces, no hay reunión o tertulia que no se termine hablando de política y más si en el desempeño del gobierno, los políticos oficialistas, lo están haciendo mal.

Es costumbre de los hábiles políticos desviar la atención de los problemas fundamentales de la nación, dirigiéndola hacia otros temas menos importantes, dejando a los medios encargados de diseminar la información que se quiere ofrecer para menguar la importancia de otros temas, que son más trascendentes para el futuro de la colectividad nacional. Los medios, caen en la trampa de esa habilidad de políticos, que saben cómo jugar con la sensibilidad de la ciudadanía para ocultar realidades más graves a las que se pretende presentar como más urgentes. Eso ha ocurrido en los pasados años cuando a un presidente le interesa que el pueblo se distraiga y no insista que se les solucionen los problemas más graves que afectan el día a día de cada ciudadano, que van desde los apagones, la falta de seguridad, hasta las deficiencias en la educación y la salud de las mayorías.

Como estrategia política, esa pasión dominicana por la política hace caer al ciudadano en las trampas de estar buscando las cosas que no se ven.

Absurdos análisis se plantean en esos círculos de amigos, o paneles televisivos, para justificar o criticar el accionar del gobierno de turno cuando éste pretendiera en acallar, desviar u ocultar, con procedimientos superados por la civilización y el avance del tiempo, como aquellos de la Alemania hitleriana, o la Rusia stalinista, o la Cuba castrista o la Venezuela chavista, para hacernos en bondades mediante una divulgación de pretendidos beneficios a favor de las mayorías. La realidad se oculta, ya sea por la avalancha de informaciones oficiales, o por métodos menos limpios de forzar el sometimiento a una sola voluntad. Sólo así se escucha una voz que pregone el bienestar que no existe, mientras los problemas se acumulan permaneciendo irresolutos.

Si por alguna razón, como aquella que patrocinaron los inmigrantes en los Estados Unidos el pasado primero de mayo, que repercutió en la economía de esa gran nación, de un día sin inmigrantes, aquí se pudiera lograr que no se publicara ni se invitara a ningún político a los diversos medios televisivos o radiales, ocurriría un cataclismo de la información, ya que todos esos medios perderían más del 60% de sus fuentes de noticias, que llenan sus páginas y el tiempo de sus programas, para lo cual, el desastre económico, sería funesto para los mismos. Entonces es necesario seguir alimentando esa pasión por la política, por la condescendencia de los medios de mantener ocupados a los políticos. Ellos halan de todo sin saber la mayoría de las veces el tema de que hacen largas peroratas y así continuaremos felices en dedicar más tiempo al quehacer de la política que al trabajo productivo.

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