Anhelos de unidad entre las feministas

Anhelos de unidad entre las feministas

Elvira Lora

“Las feministas podemos solo recuperar fragmentariamente nuestro pasado, apenas podemos reconstruir frágiles genealogías, que, a la manera de interrupciones apenas visibles, permiten establecer algunas conexiones desvinculadas, a partir de los temas del presente”.
Alejandra Ciriza, 2006

Es más que sintomático coincidir con la relectura editorial de la maestra normal y periodista feminista Petronila Angélica Gómez Brea (1883-1971), en Fémina, y encontrar, claramente, el dolor impregnado en su alma, traducido en palabras, debido a la “poca unión existente entre la intelectualidad femenina dominicana”, tal como escribe en 1932.

De seguro, al ser la primera en hojear las revistas de las sufragistas iberoamericanas que llegaban a modo de canje a su sala de redacción y en la lectura de cartas que intercambiaba con directoras movimientos coetáneos, denotaba la unión que impregnaba cada paso de las mujeres por alcanzar la ciudadanía, y como estas vinculaciones subversivas hacían más fácil y expedita el reconocimiento de los derechos civiles y políticos.

Como evidencia para la Historia de Ellas (Joan Wallach Scott, 2008, y Alejandra Ciriza, 2006), cuando en 1932 Gómez Brea editorializa sobre los logros de la “Alianza Nacional Feminista” de Cuba también recalca que la poca unión entre las dominicanas impedía “colocarnos al nivel de las demás naciones hermanas, en el magno ideal”, refiriéndose a los objetivos que impulsaban las cubanas María Gómez Carbonell, Amelia de Vera, Marquesa de Piedra, Rosa Tejo y Pilar Palmas.

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“Todas las damas están siempre dispuestas a realizar con el mayor entusiasmo obras edificantes i (sic) benéficas, aportando cada cual en bien de la causa feminista su concurso moral i (sic) material”, resalta la directora de Fémina, lamentándose en que “a pesar de la labor fraternizadora que ha venido desarrollando nuestra revista a través de sus años de existencia, no hemos podido aún lograr estrechar los lazos que deberían unirnos en un solo haz a todas las dominicanas sobresalientes”.

Y en este clamor coincide con el realizado previamente, en 1928, Consuelo Montalvo de Frías, quien bajo el título “Unión femenina” exclama: “Miremos a la mujer superior que convertida en multitud aclama de uno a otro continente la validación de los derechos femeninos, y lucha por el porvenir de la infancia y establece instituciones para velar por su desarrollo. Ayudemos a la valerosa y esforzada que, salvando obstáculos, se crea una brillante carrera (…) Protejamos a la industriosa muchacha que comparte en el taller la ruda tarea y alabemos a la madre ejemplar que levanta un hogar santo y cristiano al suave impulso de su bondad y noble ejemplo”.

Sentando las bases de la unidad feminista, coinciden Gómez Brea y Montalvo de Frías con los fundamentos de la “Alianza Nacional Feminista” de Cuba: “obtener los derechos civiles i (sic) políticos de la mujer cubana, principalmente el voto; gestionar todo proyecto de Ley que favorezca a la mujer en cualquier orden de sus actividades; propender el mejoramiento cultural de la mujer i (sic) especialmente la obrera, capacitándola para ejercer el derecho al sufragio; cooperar con las nobles iniciativas a favor de los altos intereses de la nación”.

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