Anillo al dedo

Anillo al dedo

La conmemoración de esta fecha nos viene como anillo al dedo. No se trata de retrotraer hostilidades de un pasado que hemos dado por superado desde el momento mismo en que la llama que prendió en una fecha como esta consumó sus metas y propósitos.

No andamos restregando pasado, ni cosa que se parezca, pero la conmemoración es oportuna y puntual, como oportuno y puntual es el debate que nos hincha el pecho en estos días.

No es malo traer el pasado si esto sirve para refrescar aquellas memorias que todavía apuestan a una indivisibilidad jamás posible, aunque la misma fuera, en algún momento, el ideal que inspiró las campañas expansionistas y anexionistas que se dieron en esta isla allá por los mil ochocientos y tantos.

–II–

Un día como éste de 1838, y que sirva de recordatorio para quienes hayan perdido la memoria o quieren hacerse desmemoriados a conveniencia, jóvenes dominicanos entendieron que debían unificar fuerza y talento para luchar contra el invasor haitiano y desalojarlo de la parte que nos corresponde en esta isla.

Desde entonces, cuando esos jóvenes encabezados por Juan Pablo Duarte fundaron la Sociedad Secreta La Trinitaria, hasta nuestros días, quedó sellada en la historia insular la imposibilidad de un dominio militar haitiano sobre los dominicanos, o de una fusión, una indivisibilidad, que atara los destinos nuestros a los de Haití.

Para los que, como el canciller Hérald. Abraham, apuestan a la viabilidad de una solución común para República Dominicana y Haití, es bueno retrotraer ese punto de partida que significó La Trinitaria, cuya fundación conmemoramos hoy en este Estado, y lo que ella significó para los propósitos fusionistas o expansionistas de los haitianos.

–III–

Muy oportuno sería que, salvando las diferencias, la mentalidad de los jóvenes dominicanos se pusiese a tono con la de aquellos de la época de Duarte para que, en las circunstancias actuales, cuando se pretende cuestionar la viabilidad del Estado que les pertenece y acoge, hiciesen oir su voz por medio de expresiones que no dejasen dudas de sus sentimientos.

La ocasión es insospechadamente propicia para manifestar agradecimiento a los jóvenes de 1838 por habernos dejado como herencia un Estado viable, que es un interlocutor idóneo y válido en todos los organismos internacionales, que ha sido ejemplo de ejercicio democrático y crecimiento económico, y que cuenta con las instituciones y la voluntad necesarias para jamás calificar como Estado fallido.

Loor a los trinitarios y que sus ideales prendan en nuestra juventud.

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