Animadversión de dos razas insulares

Animadversión de dos razas insulares

Dos razas de orígenes muy diferentes se aglomeran en una isla del Caribe, que para este año superan los 18 millones de seres humanos, enfrentando un futuro incierto y hasta perjudicial para la supervivencia de ambas razas.

La tragedia de la isla se remonta a aquellos siglos del Renacimiento, cuando el hombre se abría a nuevas corrientes del pensamiento, y a más tierras llegaban los conocimientos de la cultura europea, que dominaba las vidas de los pueblos del planeta.

Las pugnas franco-españolas en Europa se trasladaron a Quisqueya cuando los franceses lograron implantar sus huellas en la parte occidental de la isla y de inmediato comenzaron un proceso colonizador que se aceleró con la llegada de millares de africanos, que como esclavos, rendían sus vidas en poco tiempo para darle esplendor a una colonia, que para finales del siglo XVIII se rebeló de sus opresores y dio origen a la primera república latinoamericana en 1804.

Desde 1804, la pasión de los dueños de la parte occidental de la isla, ya conocido como Haití, era ocupar la parte oriental que languidecía bajo un supuesto coloniaje español, casi ignorado desde la península ibérica. La escasez de la población oriental estimuló a los haitianos, que en mayor número y mejor equipados, subyugar a oriente y lo hicieron por 22 años durante el gobierno de Boyer, hasta que en 1844 se logró la separación, gracias a la férrea voluntad de un pueblo consciente de sus raíces.

Lo ocurrido desde 1844 hasta hoy en siglo XXI es algo que mantenemos muy latente en nuestro pensamientos, las derrotas haitianas, la apropiación por parte de Haití de seis mil kilómetros cuadrados y reconocidos como de ellos en 1929, hasta la increíble acción de prohibir que se compren pollos dominicanos por una supuesta gripe aviar, o que no se deporte a ninguno de sus nacionales que impunemente, y casi a diario ingresan al territorio dominicano, hay todo un proceso donde lo más destacado es la desconfianza mutua y la falta de decisión responsable de buscar las vías de entendimiento y cooperación para asegurar la supervivencia de los dos pueblos de la isla.

EI flujo migratorio haitiano es libre y sin controles. Su presencia ya es necesaria para las labores más esenciales en el desarrollo en el campo de la agricultura y de las construcciones. Miles de haitianos obtienen su sustento en el país. Es tal la atracción que esa avalancha humana, cuando no encuentra trabajo en esos dos sectores, invade las calles para ser chiriperos vendiendo frutas o tarjetas de llamadas o pordioseros, a lo que se incorporan decenas de niños.

La invasión pacífica haitiana, muy distinta a las campañas militares que emprendieron a partir de 1844 y hasta 1856, constituye una peligrosa quinta columna presta a obedecer a cualquier incitación que algún iluminado, que son tan frecuentes en Haití, pretenda enfrentar el supuesto abuso dominicano hacia sus nacionales por el solo hecho de que la parte oriental es mucho más desarrollada, llena de recursos no depredados y con un vigoroso dinamismo, pese al lastre que constituye su clase política por sus latrocinios flagrantes y frecuentes.

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