¡Anímense señores legisladores!

¡Anímense señores legisladores!

Anda circulando en internet un prontuario que se quiere establecer en la Unión Europea, en la cual, tanto los diputados como los senadores, se convertirían en ciudadanos no tanto privilegiados como lo están en la actualidad.  Por ejemplo, en Francia un diputado tiene derecho a comprar con exoneración un vehículo convencional, sin lujos, ni sobre todo, de una marca tan exclusiva que le causaría escozor a sus representados.

En nuestro país, el diputado reformista Víctor (Ito) Bisonó planteó que los miembros de la Cámara Baja se desprendieran de las cuatro exoneraciones para vehículos de lujo y se limitaran a la compra de un vehículo utilitario conforme a la demarcación que deben servir, sin lujos ni estridencia. 

Debido al afán desmedido de lucro de individuos que antes de ser electos a un curul, sea en el Senado como en la Cámara de Diputados, apenas habían pasado de una motocicleta 50 o un autobús de la OMSA, y ahora se regodean paseando en un Mercedes Benz, BMW o una “yipeta” Cayenne de la Porsche.

Hay casos que por su desparpajo, atrevimiento y osadía merecen, no solo el repudio de los que votaron por ellos, sino la intervención de los cuerpos destinados a combatir la corrupción, la prevaricación y el latrocinio de los bienes del pueblo que sufre las consecuencias de todos esos dispendios.  Conocemos de un diputado que hace unos años era casi pobre de solemnidad y este turpén se destapó comprando un Lamborghini, vehículo que cuesta más de dos dígitos en miles de dólares, para vender la exoneración a una persona de cuestionable fortuna.  Y qué pensar de otro, que se desplaza en un Rolls Royce, marca de príncipes y reyes, y aquí podría calificarse de falso orgullo para  un desarrapado.

Un país como el nuestro de tantas carencias, privaciones y situaciones apremiantes, no puede permitirse que una sarta de politicastros, por el hecho de ponerse el traje de legisladores, se burlen de un pueblo paupérrimo más noble, que les permite que nos enrostren la bonanza que significan cuatro exoneraciones, para vender dos y que sus vehículos les salgan gratis, mientras los demás ciudadanos deben moler vidrio con sus traseros para comprar un carrito, por supuesto de segunda mano, porque el presupuesto no les alcanza para comprar uno nuevo. 

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