Anita Faye Hill

Anita Faye Hill

Las audiencias para la confirmación del abogado Clarence Thomas como Juez del Tribunal Supremo de los Estados Unidos fueron empañadas por la declaración en su contra de una abogada y catedrática de Derecho, Anita Faye Hill, quien lo acusó de acoso sexual.
En ese tiempo la figura jurídica estaba tan precariamente definida que una ciudadana inglesa, probablemente familia de Frank Sinatra, se quejó a la prensa de Londres de que cuando pasaba al lado de un hombre y éste la miraba por atrás, se sentía acosada.
Si se llegara a esos extremos, que una mirada, que desnude una buena hembra cuando pasa a nuestro lado, pueda ser causa de una demanda judicial, difícilmente haya dos dominicanos que se libren de ser acusados y enjuiciados.
Un cuñado mío le decía a su mujer, cuando venía una belleza criolla hacia ellos: mira, Fulana, igualita a ti. En ocasiones la agraciada joven que se acercaba tenía el pelo, las facciones y el cuerpo diferente, pero la vanidad…
Thomas fue confirmado por el Senado y forma parte del cuerpo de jueces del más alto tribunal de Estados Unidos.
Siempre se dijo, por ejemplo, que el afamado director de cine Alfred Hitchcock intentó disfrutar de los encantos de la bella y elegante Grace Kelly, en procura de gozar de las primacías de la afamada actriz, antes de que se convirtiera en princesa de Mónaco.
En el mundo de la farándula hay unas reglas diferentes y una de ellas es que las posiciones en el escenario se logran, primero, en forma horizontal. Eso no es un secreto.
Basta con ver las actrices de carácter que comenzaron como tímidas novatas aspirantes a obtener un papel importante a como diera lugar, e investigar qué fueron capaces de negar a sus posibles favorecedores, dueños de los peldaños que les permitieran subir la escalera de la fama.
La mayoría de ellas no fueron llamadas por Hugh Hefner, pero se retrataron desnudas, voluntariamente, en otros escenarios. Ahora, alcanzado el último o uno de los últimos peldaños de la escalera que lleva al triunfo, son capaces de cualquier declaración altisonante en favor de la moralidad y contra silencios desdorosos, poses y posturas que escandalizarían al dueño de cualquier prostíbulo de mala muerte.
¡Líbreme Dios! de ser, ni por asomo, un pervertido que justifica que un hombre use de una posición jerárquica, política, superior, para, en una actitud animal manosear, toquetear, sobar, atestar a una mujer físicamente indefensa y obligarla a lo que no quiere.
De lo que estoy absolutamente convencido, desde la denuncia de Anita Hill, es que el abuso sexual se comete cuando a la mujer no le gustan los avances del hombre, si le complace, nadie se entera.

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