Año 2015 dominicano

Año 2015 dominicano

La complejidad y heterogeneidad social generan grandes obstáculos, incluso lingüísticos, durante el análisis e interpretación del futuro nacional. Uno de los mayores retos para el diagnóstico de la situación del país lo representa la multiplicidad de capas y grupos poblacionales.

Si tomamos a la familia como la menor unidad integrada, nos encontramos que aún surgiendo de ancestros comunes sus integrantes suelen mostrar intereses encontrados.

Un ejemplo jocoso sería el de un cirujano casado con la propietaria de una funeraria. El especialista de la medicina pretende con su bisturí salvar, mejorar o prolongar la vida de su paciente, en tanto que su compañera ve crecer su empresa en la medida en que aumenta el flujo de cadáveres. El dueño de una compraventa se complace con los apuros económicos del vecino pues de seguro que dejará en garantía un valioso electrodoméstico a cambio de un préstamo monetario.

En los juegos de azar son muchos los apostadores y muy pocos los ganadores. No es común que todos se beneficien por igual de una u otra medida que el gobierno adopte. Para suerte del investigador que pretende proyectar hacia el futuro los niveles de simpatía de una gestión gubernamental, existe un poderoso y efectivo indicador social que es el estado de la economía del país.

Se dice de un soplón, agente de la tiranía trujillista, quien mal intencionadamente interpeló a un empresario chino acerca de cómo veía la situación dominicana.

El cauto hombre asiático rápidamente le contestó: “La cosa está buena pero no se vende”. El año 2015 no será igual al viejo 2014, podrá ser mejor, o peor, pero no puede ser similar.

La gran interrogante de muchos al final de diciembre es la siguiente: ¿Qué sorpresas nos traerá el año nuevo? ¿Mejorarán las condiciones materiales de existencia de nuestras familias? ¿Se llenarán las expectativas de prosperidad, seguridad y bienestar con que sueñan millones de dominicanos y dominicanas? ¿Se generarán nuevas y mejores fuentes de empleo en el país? ¿Aumentará el número de viviendas con calidad y a precios asequibles para los que carecen de un techo propio? ¿Se ampliará y mejorará el transporte colectivo? ¿Se extenderá la cobertura y la calidad de los servicios de salud hasta abarcar los sectores huérfanos de atenciones sanitarias? ¿Se reducirá sustancialmente la mortalidad materna e infantil, así como los decesos por otras enfermedades naturales y causas violentas?

Nada más apropiado para arrancar esperanzado el año que comienza citando la última carta que dirigiera Juan Pablo Duarte al historiador José Gabriel García el 29 de octubre de 1869: “Seguid, jóvenes amigos, dulce esperanza de la patria mía, seguid con tesón y ardor en la hermosa carrera que habéis emprendido y alcanzad la gloria de dar cima a la grandiosa obra de nuestra regeneración política, de nuestra independencia nacional, única garantía de las libertades patrias.

Seguid, repito, y vuestra gloria no será menor por cierto que la de aquellos que desde el 16 de julio de 1838 vienen trabajando en tan santa empresa bajo el lema de Dios, Patria y Libertad, que son los principios fundamentales de la República Dominicana”.

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