Cada fin de año mucha gente pasa balance de los últimos 12 meses registrados en el calendario. Evalúan los éxitos y fracasos de las tareas planificadas, así también como de una que otra labor imprevista. Miran las cosas que se dejaron de hacer y el estado actual de las que se ejecutaron.
Ahora se agregan los males generales e internacionales que nos afectan localmente como país miembro de la Organización de las Naciones Unidas. Crecen las preocupaciones por la prolongación de los conflictos armados entre La Federación Rusa y Ucrania, y últimamente entre El Estado de Israel y la nación Palestina.
El cambio climático causado por el calentamiento global que tiene como eje causal mayor el uso de combustibles fósiles como son el carbón y los derivados del petróleo viene afectando a la humanidad, lo que obliga a tomar acciones colectivas, a fin de mitigar la creciente amenaza.
En el plano local tenemos un impasse no resuelto del todo entre los Estados haitiano y dominicano, relacionado con el uso de las aguas del río Masacre, cuyo trayecto sirve de línea fronteriza entre ambas naciones. El aumento en los precios de ambas canastas alimentaria y familiar opera como espada de Damocles alrededor del cuello de quienes asumen la responsabilidad de cada hogar criollo.
La mayoría se pregunta en silencio, en tanto que una que otra persona osada se cuestiona en voz alta si contará con suficientes ingresos para afrontar los retos financieros de los 365 días venideros. Una minoría aventurera y desesperada se arriesga a cruzar en frágiles e inseguras embarcaciones el Canal de la Mona, expuesta a zozobrar en esas furiosas aguas del mar Caribe para llegar a la isla de Puerto Rico y desde allí poder anclar de forma definitiva en los Estados Unidos.
Otros se trasladan por vía aérea a Colombia o Panamá y de esa manera iniciar una peligrosa odisea por toda Centroamérica hasta arribar a la frontera que divide a México de la patria de George Washington. Década atrás la emigración se dirigía a la República Bolivariana de Venezuela para desde allí continuar viaje hacia el Continente Europeo.
Los enfermos crónicos tal cual es el caso de los hipertensos, diabéticos, cancerosos, o con falla irreversible de sus riñones sufren el impacto directo de la subida en el precio de las medicinas y demás insumos requeridos permanentemente para el mantenimiento de su vida. Para toda esta gente hay un enorme paréntesis de incertidumbre agobiante.
Afortunadamente el pueblo dominicano cuenta con una pléyade de hombres y mujeres dotados con una capacidad de liderazgo que sabe crecer ante las vicisitudes para enfrentarse con éxito venciendo los desastres naturales, reponiendo los daños y regresando el país a su vida normal.
Gracias a su fe inquebrantable el pueblo dominicano en general camina con la frente en alto y su mirada puesta en el porvenir. Las buenas y malas experiencias pasadas nos sirven de referente para escoger democráticamente en el presente a los dirigentes políticos más idóneos que generen confianza y seguridad para quienes habitan en el suelo patrio.
En los momentos más oscuros y difíciles los dominicanos y las dominicanas hemos sabido escoger la senda más idónea y segura, llenos de fe y esperanza de un porvenir cargado de amor, salud y alegría colectiva.