Iniciándose el año se tiene la sensación de que será de grandes acontecimientos, que si bien la naturaleza tiene su cuota en la ocurrencia de los mismos su impacto marcará el destino de forma que estaremos sujetos a lo que marquen esos acontecimientos con sus imprevisibles movimientos en el seno de la superficie o en sus profundidades y con los vientos y vendavales atropellando todo lo que ha construido la humanidad.
El hecho de que en diversas regiones del planeta los seres humanos se están destripando inmisericordemente habla muy mal de la condición humana que no se siente satisfecha sino auto destruyéndose entre si por una supremacía marcada a la sombra de intereses que buscan amargarle la vida a poblaciones enteras para que se dobleguen a las voluntades de los tiranos o de una ideología ya caduca y digna estar en la zafacón de la historia.
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Se quisiera pensar que esos sacudimientos sociales que ocurren en diversas partes del planeta no nos afectarán por la secuencia histórica. No nos damos cuenta que estamos inmersos en el germen del conflicto con las raíces del pueblo vecino marcado por la disolución. Este no se quedará tranquilo mientras vea crecer su pobreza e ignorancia sin poder disfrutar de una existencia adecuada a la condición de seres humanos tal como ocurre con sus vecinos orientales de la isla.
Los dominicanos hemos disfrutado de más de un siglo de una curiosa estabilidad dominada por una larga dictadura, que en el primer tercio del siglo XX, se apoderó del país. La misma marcó una etapa irrepetible de la sociedad, de manera que en el país quedó paralizado todo tipo de acontecimiento social que dominó la conducta de los millones de dominicanos que vivimos ese largo período de la historia que para, bien o para mal, sembró la semilla de una conducta del conformismo que más de cien años después se mantiene con raíces tan profundas que han amoldado el pensar y hacer de millones de seres humanos muy peculiares arrastrados por un vecino conglomerado humano de procederes muy alejados de los que residimos en la parte oriental de la isla.
Esos procederes de los vecinos habitantes de la parte occidental de la isla de Santo Domingo tienen una formación conductual muy lejos de lo que los españoles sembraron en el oriente abandonado por ellos deslumbrados por las riquezas de otros territorios. Y de aquel lado occidental de la isla, los franceses con su población esclava generaron una sociedad muy exclusivista con el tratamiento de la población negra procedente de África, humillada como esclava en momentos que Francia llevaba a cabo su revolución que transformó el mundo y se esparció por el resto del planeta para inquietar a quienes no reconocían los derechos humanos sumergidos en un baño de sangre que dos siglos después quedan remanentes del odio racial que ha impedido una comunicación abierta entre los dos pueblos de la isla de Santo Domingo.
Con su población esclava se generó una sociedad muy elitista y anarquizada y con nichos del saber brillante, pero muy limitados de excelente formación con cientos de exesclavos de haitianos que llegaban desde Francia muy educados incluso como excelentes militares. Esto le permitió a los haitianos enfrentar a sus amos y estar en condiciones de aplastar a la colonia española que desde 1822 estuvo en las garras de una nación de esclavos con nichos de excelente formación y forjadores de emperadores.