Cuando hablamos del odre (se deriva de la palabra en latín uter) es una vasija conformada de cuero, habitualmente es de cabra, con costura y pegado, que ha servido para mantener guardado líquidos, como es el vino y el aceite entre otras sustancias, como mantequilla y queso, es la típica “bota de vino” que se utiliza en países del medio oriente y en Europa.
Sabemos que en tiempos antiguos estos alimentos eran fundamentales para sobrevivir, por lo que cuidadosamente se revisaba la manufactura de estos, para evitar destilaciones, desbordamientos, etcétera, pero no es de comida ni de bebida que quiero hoy plasmar este mensaje, más bien quiero llevar el contexto anterior a una parábola de reflexión.
Empecemos evaluando los odres viejos, si realmente vale la pena continuar con ellos o si es preciso hacer un cambio para iniciar el año 2017 con una mente y espíritu renovados, colocando una nueva vasija para adaptarla al entorno y lograr obtener los alimentos más básicos para conllevar mi relación con los demás, pero cuando hago mención de “adaptación” no me refiero a la aceptación de todo lo que venga sino más bien a ser un ente más sabio y tolerante.
Si tenemos en cuenta que cuando se echa vino nuevo en un odre nuevo, en la medida que el vino se fermenta, el odre se expande, entonces entenderíamos que con el pasar del tiempo, una vez el proceso de fermentación termina, el cuero del odre se endurece y pierde su elasticidad.
De manera que, si a un odre viejo, que ya se ha expandido y se ha puesto duro, uno le echa vino nuevo, cuando el vino nuevo comienza a fermentarse, el cuero viejo, en vez de expandirse, se rompe y el vino se echa a perder.
Si llevamos esto al plano personal, veríamos que lamentablemente nosotros/as, muchas veces nos comportamos con un odre viejo. Queremos experimentar cosas buenas y positivas, pero no estamos dispuestos a tratar y/o considerar cosas nuevas que nos ayuden a mejorar. Queremos que nuestras circunstancias cambien, pero no estamos dispuestos a hacer lo necesario para que estos cambios ocurran.
Erigir una trayectoria con odres nuevos es lo ideal para renovarnos y ser mejores personas, pero además disfrutar los años que nos quedan a plenitud, con sobriedad, entusiasmo y satisfacción. ¿Cómo puedo lograrlo? En primer lugar haciendo una parada en la vida estableciendo prioridades para la salud mental y espiritual, y esta fecha es propicia para ello, y segundo poner en práctica lo propuesto en la cotidianidad, comenzando en la relación con nuestros familiares más cercanos (posiblemente el área más difícil pero no imposible), si en la vida tenemos algo que nos afecta y no controlamos entonces debemos investigar o buscar apoyo para lograr mitigarlo.