Año Nuevo, tiempo de ilusión

Año Nuevo, tiempo de ilusión

El Año Nuevo ya está aquí y algo por dentro se nos mueve. Afrontar el porvenir con ilusión se nos antoja necesario, pero ¿qué es la ilusión?, ¿qué nos aporta?, ¿se educa, se encuentra, se aprende?
La psicóloga Lecina Fernández, especialista en este tema, resuelve estas dudas y ofrece consejos prácticos para empezar el año ilusionad@.
Se dice que cada nuevo año encontramos una etapa de gran ilusión, un momento que para los pequeños se convierte en el colofón de la Navidad, si los regalos se los entregan los Reyes Magos. Tiempos de nuevos juegos y juguetes. Para los adultos es también un momento importante en el que nos marcamos metas, potenciamos nuestras ilusiones o acometemos con mayor interés algún asunto que nos quedó pendiente.
Pero la ilusión no debe estar relacionada únicamente con los bienes materiales. La psicóloga clínica Lecina Fernández es una experta en este tema. Autora de la obra “Ilusión positiva”, en una entrevista con Efe nos aclara un concepto que no es tan sencillo como parece y que, en ocasiones, lo vamos dejando por el camino de la vida.
Despierta el potencial que tenemos. “Antes de nada quiero aclarar que todos nacemos con las características necesarias para tener ilusión. Todos podemos vivirla”, indica Fernández, quien también matiza que su libro “es importante, pero más importante aún es lo que las personas pueden hacer con él, en su aventura de explorar la ilusión”.
¿Cuál es su definición de ilusión en general? En su sentido positivo es una representación en nuestra mente de algo que aún no existe, que está por venir, que nos provoca emociones positivas, despierta el potencial que tenemos y nos anima a pasar a la acción.
La ilusión es un término de gran dimensión, por lo que cada persona puede definirla según su propia idea y experiencia, pero, tras estudiarla, podemos decir que en general es un comportamiento que abarca varios pasos: creer en los sueños, sentirse capaz para diseñarlos, emprender acciones para convertirlos en realidad, ser perseverante para conseguirlos, tener esperanza y confianza en nosotros mismos para lograrlos a pesar de la incertidumbre y de la adversidad, y todo ello con ganas y alegría.
¿Por qué se pierde una ilusión? Por diversas razones. Puede ser por un cúmulo de desilusiones, como dijo el filósofo Julián Marías. También puede ser por algo accidental o por no prestarle atención en el día a día, por olvidarnos de ella o incluso por “ningunearla”. A veces somos nosotros mismos quienes ponemos un límite a nuestra imaginación y proyección de nosotros mismos, quienes limitamos o cerramos la puerta a la ilusión.
¿Se puede educar con ilusión? Por supuesto que sí. El educador ilusionado educa con ilusión y en ilusión, es decir, transmite su propia ilusión y el educando aprende ese comportamiento, esa actitud. Cualquier educador ilusionado, padres, madres, maestros, profesores, entrenadores, monitores, puede conseguirlo. La clave está en el educador.
¿Cómo se diferencia la vivencia de una ilusión en las diferentes etapas de la vida? La vivencia de ilusión suele ser la misma, pero pueden variar las ilusiones o los elementos que la componen en cada momento y etapa de nuestras vidas. Por ejemplo, la ilusión por un proyecto de vida y esperanza, pesa más en los jóvenes; y la ilusión por las personas pesa más en los mayores, como comprobamos en el estudio “¿Qué es la ilusión? Qué entienden los españoles por ilusión y cuán ilusionados están”, que realicé junto al Colegio de Psicólogos de Madrid, promovido por la ONCE (Organización de Ciegos de España) y su Fundación.
¿Realmente es un motor de nuestra existencia? Una de las formas que tenemos de entender la ilusión es esa, como un motor. En esa línea la entendemos como un propulsor que nos da fuerza, que nos pone en marcha, que nos impulsa, que nos da ánimo para ir hacia adelante, que nos da energía.
Aplicando la ilusión en cinco pasos. Como la ilusión es práctica, ¿puede darnos cinco consejos en positivo para mantenerla?
Para fomentar la ilusión podemos usar muchas las estrategias, no obstante podemos concretar cinco pasos facilitadores a modo de consejo positivo:
1. Predisposición. Se requiere una predisposición. Puede preguntarse con toda sinceridad: ¿Estoy predispuesto?
2. Imaginar. La imaginación, como dijo el filósofo Julián Marías, es fundamental, es donde habita la ilusión.
3. Confiar. Hay que creer en nuestras habilidades y fortalezas para logar alcanzar la ilusión imaginada y, a su vez, esa ilusión nos dará confianza.
4. Pasar a la acción. Sin acción, la ilusión no podrá nunca convertirse en realidad.
5. Probar y perseverar. En la aventura de ponernos en marcha es necesario probar, experimentar, ser perseverante y disfrutar de cada paso, de cada instante en ese camino.
Algún ejemplo de cómo debemos trabajar la ilusión de cara al nuevo año sería el trabajar en lugar de esperar. Trabajar la ilusión: buscarla, imaginar sin miedo, pensar ideas y proyectos grandes y pequeños, en detalles del día a día con nosotros mismos y con las personas que nos rodean. Trabajar en ella, en lugar de esperar con actitud pasiva a que llegue.
Para empezar el año diría: “No esperes, ve a por tu ilusión”.
¿Cómo podemos transmitir ilusiones positivas a los demás? La forma más fácil es con nuestra actitud ilusionante, porque la ilusión se contagia.
Otra forma puede ser facilitando que las personas se impliquen, que diseñen su propia historia de ilusión y se conviertan en protagonistas de sus propias ilusiones.

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