Anotaciones pertinentes

Anotaciones pertinentes

A propósito de procedimientos agotados en torno a  las leyes orgánicas del Consejo Nacional de la Magistratura y el Tribunal Constitucional se ha producido en el país un debate en el que han fijado posiciones personalidades y entidades oficiales y de la sociedad civil. En ningún caso se ha puesto en entredicho la facultad que tiene el Presidente de la República de objetar leyes con las que esté en desacuerdo.

Lo que sí requiere atención es que, al sancionar las observaciones hechas por el Ejecutivo a la Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura los legisladores se apartaron del mandato constitucional que dispone que sea por las dos terceras partes de la membresía presente en la sesión convocada para conocer las observaciones. Hay reparos de sectores importantes de la sociedad porque se recurrió a mayoría simple.

La mejor manera de enseñar a respetar la Constitución es respetándola desde los ámbitos de poder. Nada más absurdo que afirmar que la sociedad civil pretende narigonear a los políticos -no a los funcionarios en ámbitos de los poderes públicos- al rechazar la actitud de obviar los procedimientos. La democracia tiene reglas muy claras y exigir que se cumplan las reglas no debe entenderse como intimidación o cosa parecida, sino un deber y un derecho que asiste a cada miembro de la sociedad. Es vital continuar  ejerciendo ese derecho.

Una situación insostenible

El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) atraviesa una nueva crisis. Un sector no acepta los resultados de una convención que, hasta demostración en contrario, fue transparente y diáfana. La comisión que la organizó y administró estuvo compuesta por gente de altos méritos y los protagonistas de los resultados -las bases que votaron- dieron uno de sus mejores ejemplos de civismo. Una crisis en uno de los grandes  partidos se traduce en una lesión para el sistema democrático, y más en un país como el nuestro, con tan pocas opciones.

Los perredeístas están llamados a zanjar sus disputas y a validar el ejercicio democrático hecho en absoluto orden por las bases. ¿Hasta dónde puede ser sostenible un cuestionamiento a la voluntad de las bases y a la honestidad de la comisión organizadora? La confrontación en su estado actual contradice la armonía que impera en las bases del partido.

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