Ante cualquier preocupación por el gasto familiar en Navidad

Ante cualquier preocupación por el gasto familiar en Navidad

Teófilo Quico Tabar

Personas conocedoras del comportamiento humano y expertas en metodologías y organización empresarial, una de ellas la esposa de mi querido amigo Leonte Brea, transmitió cierta preocupación por lo que denomina el gasto o costo familiar en Navidad. Y eso constituye un tema importante. En virtud de que, a veces por tradiciones o atrapados por un medio exigente, se empuja a la gente a realizar más de lo que puede.

Expresé en un artículo anterior, que además de sentimientos, hay la costumbre o tradición de hacer cosas particulares en una fecha tan especial. Y producto de esas costumbres o tradiciones endógenas o exógenas, se rompen o desequilibran los parámetros presupuestarios familiares. Porque mucha gente se ve en la obligación de lucir o reciprocar. Y aunque no tenía planes de gastos para determinadas cosas, se ve compelida a hacerlos.

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Por esas razones, algunas personas en Navidad se ponen melancólicas y llegan incluso a esconderse de las realidades. Además de los recuerdos por pérdidas o enfermedades, muchos se apenan al sentirse impotentes por no poder igualar lo que sus congéneres pueden hacer. Porque al margen de su fe en Dios y amor a las tradiciones cristianas, se producen choques sentimentales y materiales. Esto así, porque una parte importante de la humanidad ha logrado cosas y lo manifiestan ostensiblemente. Me refiero a avances notables en aspectos materiales, mientras otros carecen de esos adelantos.

Y eso, de alguna manera crea un sentimiento doloroso. Lo que incluso algunos compositores han utilizado o explotado para componer canciones navideñas que reflejan esa realidad, como por ejemplo: “unos van alegres y otros van llorando/Hay quien tiene todo, todo lo que quiere/hay otros muy pobres que no tienen nada/son los que prefieren que nunca llegara” En tal sentido, para los que tienen sensibilidad, en esta época, saltan a la vista con mucho más rigor esas realidades. Y aunque participen en las festividades, de alguna forma se recogen espiritualmente. Además de lo meramente sentimental, por la presencia de esas situaciones presupuestarias que se manifiestan, incluso dentro de su mismo entorno.

Por tales razones, los humanos, sobre todo los cristianos y con plena conciencia del significado de las Navidades, además de actuar correctamente, tenemos a mano una buena forma de recordar a quien nació en esta época y trajo al mundo el mensaje de amor, paz y perdón. Brindándoles a nuestros familiares, amigos y relacionados aunque sea un poquito de tiempo como muestra de solidaridad humana. No necesariamente con regalos, sino, además, con solidaridad y amor como homenaje a quien tanto predicó amar al prójimo.

Pero además, existen formas de minimizar la preocupación presupuestaria familiar. Manteniendo claro lo que festejamos. Siendo solidarios con los que tienen menos posibilidades. Brindando amistad y sonrisa. Dejando de lado las negatividades. Poniendo nuestra memoria en el Niño Jesús. Demostrando permanentemente, pero especialmente en Navidad, nuestra solidaridad y humildad.

Esos son excelentes remedios, no solo para combatir cualquier posible melancolía, sino para balancear el presupuesto familiar, el sentimiento cristiano y la conciencia.