¡Ante el milagro de la excelencia!

¡Ante el milagro de la excelencia!

¡Gestión & acción cultural en Santo Domingo!

Abordar la problemática de la calidad de la gestión cultural institucional y/o de la gestión de la calidad en las industrias culturales en Santo Domingo es casi como enfrentar la “Nueva Gorgona” (HRSuriel) o la mirada abrasadora de una Quimera bifronte. Porque una cosa es lo que nuestras instituciones culturales, tanto oficiales como privadas, definen y sirven como gestión cultural y otra es la calidad percibida por los “accionistas” de la cultura y los destinatarios finales de esa misma gestión…

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Los actuales criterios de gestión de la calidad, prosperan con efectividad desde la sociedad de mercado y el mundo de los negocios, pero es preciso atender la dialéctica entre Cultura y Neocapitalismo, así como la misma singularidad del ámbito cultural ya que los productos culturales no tienen carácter industrial ni mercantil. La cultura como producto, constituye una finalidad en sí misma, pues crea persona, ciudadanía, identidad y memoria espiritual. ¿Y no es esta la misión esencial de un Estado, una democracia y una comunidad?
Una mirada reflexiva sobre la realidad cultural dominicana de la actualidad, reclama una indagación profunda e implicatoria sobre el papel que juegan y/o debieran jugar las instituciones y plataformas culturales. En primera instancia, habría que advertir el absoluto desinterés por la cultura que evidencian nuestros gobiernos a lo largo del último cuarto de siglo, junto a esa fe ciega en si misma de una clase política nacional y una burocracia oficial que se refuerzan mutuamente desde su triste convicción totalitaria de que tener el poder es tener la razón.

Tal como precisaba en la primera entrega, ante la pasmosa calamidad cualitativa que azota y proyecta la práctica de la gestión cultural en el contexto sociopolítico dominicano contemporáneo, vale el registro de algunas excepciones significativas que iluminan los prodigios cotidianos. Y esta hecho paradójico se explica porque el “capital” genésico y objetivo de los programas que desarrollan estas instituciones, filtran los criterios de gestores culturales y especialistas cuya visión y mística de trabajo son inseparables de la excelencia con que asumen su entrega apasionada.

Esto se confirma ante la apertura, la profusión de contenidos y el mismo potencial de trascendencia que especializan la programática y las acciones materializadas en los últimos años por instituciones como el Centro Cultural de España, el Centro Cultural Perelló, el Centro Cultural Mirador, el Centro León, el Centro de Convenciones y Cultura UTESA, el Centro de la Imagen, el Museo Bellapart y el Museo Fernando Peña Defilló. La atención evaluadora y la valoración crítica de los programas y eventos que desarrollan contantemente instituciones como las señaladas, constituyen una tarea pendiente y un auténtico reto.

Mientras tanto, en esta ocasión vale registrar el caso ejemplar del Centro Cultural de España, institución que suelo denominar como un verdadero “mini Ministerio de Cultura”, tanto por su preclara política de apertura e inclusión como por la misma relevancia de sus actividades. Durante el mes de octubre del pasado año 2019 y en el marco de “Las Semanas de España en República Dominicana”, el CCE, dirigido por Juan Sánchez Gutiérrez desde el 2014, presentó dos exposiciones dignas de apreciarse como evidencia de su responsabilidad en la materialización del milagro cotidiano de la excelencia.

“Tàpies: colección del grabador Joan Barbarà”, fue una muestra excepcional, curada por Federico Fernández Diez y compuesta por 31 grabados del artista catalán Antoni Tàpies (1923-2012), uno de los máximos exponentes del informalismo europeo. Esta colección, propiedad de la Fundación Universitaria Iberoamericana (FUNIBER), también perteneció al artista y grabador Joan Barbarà (1927-2013), quien trabajó con celebridades como el mismo Tàpies, Miró y Picasso, incluye obras de diversas etapas de la dilatada trayectoria creativa de Tàpies, especialmente los años 80, cuando recibió el Premio de la Fundación Wolf de las Artes (1981), entre otras distinciones importantes.

Otra muestra trascendental fue la individual del reconocido artista dominicano Ezequiel Taveras, titulada “p)” (pi) o 3,14, número irracional, representado por la decimosexta letra del alfabeto griego y uno de los más estudiados y celebrados de las matemáticas, la física, la ingeniería, la astronomía y el arte, pues no es únicamente la razón entre el perímetro de una circunferencia y su diámetro en la geometría euclidiana, sino también un número mágico cuyo infinito caudal de cifras decimales, fascina a la humanidad desde hace más de 4.000 años.

Curada por Luís Graham Castillo y compuesta por obras en técnica mixta sobre papel yupo (sintético), videos, instalaciones con diversos materiales y pinturas sobre tela, “p)” (pi) o 3,14, nos revelaría nuevamente los altos niveles de depuración técnica y conceptual que sostiene la obra polifásica y más reciente de Ezequiel Taveras, así como la intensa lucidez de sus íntimas reflexiones sobre los ritos cotidianos de la violencia, el ecocidio, la espiritualidad, la fraternidad, los “perímetros” sociales y las “geometrías” políticas y culturales de la posmodernidad, además del admirable grado de esplendor imagético conque llega a plasmar su pensamiento estético.

Ante la impecable lección de Juan Sánchez desde el Centro Cultural de España durante los últimos cinco años, Luis Graham Castillo califica su labor como “Una gestión de puertas abiertas”… Subrayado de inmediato el proactivo curador: “Esto se puede decir de las gestiones y la política de la Cooperación Española en general, pero aplicado a nuestro contexto y la diversidad de contenido que encuentran en el CCE un espacio orgánico para su desarrollo, está claro que en los años recientes la visión de acogida y el franco y permanente diálogo han facilitado grandes realizaciones. Definitivamente, la escena cultural dominicana se ha dinamizado considerablemente en este período” …

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