De izquierda a derecha, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, el preisidente de Estados Unidos, Barack Obama, el primer ministro australiano, Malcolm Turnbull. la canciller alemana Angela Merkel, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon y el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, posan para una fotografía durante la Cumbre del G-20 en Antalya, Turquía el domingo 15 de noviembre de 2015. (Berk Ozkan/Anadolu Agency via AP)
Naciones Unidas. En un mundo golpeado por guerras como la de Siria y por atentados terroristas como los de París, la ONU recordó hoy la necesidad de combinar las medidas de seguridad con políticas de desarrollo que ataquen las raíces del extremismo.
“Los conflictos y el extremismo violento de hoy nacen a menudo de una mezcla de exclusión, desigualdad, mala gestión de recursos naturales, corrupción, opresión, fracasos de gobiernos y la frustración y alienación que acompañan una falta de empleos y oportunidades”, aseguró el secretario general de la organización, Ban Ki-moon. Lo hizo en un debate sobre la prevención de conflictos celebrado en el Consejo de Seguridad y que se vio marcado desde el comienzo por los ataques del pasado viernes en París.
Ban aprovechó su intervención para expresar su preocupación por las posibles represalias contra los musulmanes que puede haber tras los atentados y para avisar de que ello sólo beneficiará al terrorismo. “Esto precisamente exacerbaría la alienación de la que se alimentan los terroristas”, subrayó el jefe de la ONU, que defendió la importancia de combinar las acciones antiterroristas con medidas preventivas que vayan a la raíz de la violencia.
El Consejo escuchó la experiencia directa de Wided Bouchamaoui, presidenta de la patronal tunecina (UTICA), una de las organizaciones galardonadas con el último Nobel de la Paz por su trabajo en la transición pacífica en el país. Bouchamaoui coincidió en señalar la crisis económica y política en muchos países, la “marginación” vivida por sus poblaciones durante décadas y la mala gestión de conflictos como el palestino entre las causas del auge del extremismo en el mundo árabe.
Un éxito de la transición en Túnez, para la que pidió apoyo internacional, demostraría al mundo que el Islam y la democracia son compatibles, aseguró. Para el debate se inscribieron cerca de 80 países, encabezados por el Reino Unido, organizador de la sesión en el marco de su Presidencia del Consejo de Seguridad.
La responsable británica de Desarrollo, Justine Greening, defendió que es clave, ante la violencia terrorista y las guerras, ir a las “raíces” del problema, que son generalmente “la falta de oportunidades”, además de actuar en el ámbito de la seguridad.
Ese doble enfoque es claro por ejemplo, dijo, en el caso del Estado Islámico (EI), contra el que hay que actuar “porque no va a desaparecer”, pero al que hay que responder también encontrando soluciones políticas para la crisis siria, que es la que ha permitido el avance del grupo. Esa combinación de políticas es también necesaria cuando se mira a los problemas desde el prisma del desarrollo, pues éste es imposible cuando en un país no hay paz y reina la inestabilidad, aseguró.
La mayor parte de los países respaldaron la importancia de las políticas de desarrollo para prevenir el extremismo y los conflictos y destacaron el compromiso en ese sentido que figura en los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados este año. Sin embargo, algunas voces advirtieron sobre los riesgos de querer gestionar desde fuera la situación en otras naciones. “Países con sus propios esquemas de desarrollo muchas veces han sufrido de la injerencia, la desestabilización política o incluso la intervención militar porque las grandes potencias, con intereses económicos o geopolíticos en esas naciones, son contrarios a las decisiones soberanas de esos países”, dijo el embajador de Venezuela, Rafael Ramírez.
Según Ramírez, por encima de las responsabilidades del Consejo de Seguridad en la promoción de la paz y la seguridad debe estar la “soberanía nacional”, por lo que dijo que el modelo político y de desarrollo “no puede ser impuesto ni controlado por ningún otro país ni órgano internacional». En una línea parecida, Irán denunció en nombre del Movimiento de los No Alineados que los “países ricos y poderosos siguen ejerciendo una excesiva influencia para determinar la naturaleza y dirección de las relaciones internacionales, incluidas las económicas y comerciales” muchas veces “a costa de los Estados en desarrollo».