Ante la eventualidad de una segunda vuelta

Ante la eventualidad de una segunda vuelta

Teófilo Quico Tabar

Analistas con los cuales comparto opiniones, se lamentan de no comprender algunos líderes políticos, sobre todo si los proyectamos hacia el futuro electoral. Específicamente a lo que podría ocurrir en las elecciones del 2016, si hubiese la necesidad de una segunda vuelta, pues nos guste o no, es una eventualidad.

Sin entrar en detalles sobre las posibles razones así como los responsables de lo que acontece, la realidad es que los perredeístas se han encargado de reafirmar que son incapaces de entenderse. Y como van las cosas, todo parece indicar que irán separados, a menos que ocurra el milagro que algunos esperan.

Si los perredeístas van a las elecciones con boletas y candidatos presidenciales diferentes, por ejemplo: Hipólito Mejía o Luis Abinader por el PRM y Miguel Vargas por el PRD, y ninguno logra el 50% más uno, pero que tampoco lo lograra el PLD y su candidato, estaría dada la segunda vuelta.

Ahí radica el porqué de no entender a los políticos, pues ante una situación como la planteada anteriormente, ¿quién apoyará a quién? Sin importar cual de los dos obtenga mayor cantidad de votos. ¿Va Miguel Vargas a apoyar a Hipólito Mejía o Luis Abinader, o van Hipólito o Luis a apoyar a Miguel?

Porque al margen de lo que decidan las cúpulas partidarias, cualquiera que tenga un poco de conocimiento sabe que una cosa son los líderes y otra las bases y los simpatizantes, y que mucha gente que votará por uno de ellos en mayo del 16, sin ninguna vacilación votará por el otro en una segunda vuelta, porque a fin de cuentas los consideran harina del mismo costal.

Pero lo que algunos líderes, cabezas de grupos y analistas pasan por alto es que, habrá muchos que habiendo votado por uno u otro en primera vuelta, en una segunda oportunidad podrían perder el entusiasmo o no tendrían lo suyo asegurado y dejen de votar o lo hagan por el partido de gobierno.

O sea, que mientras una parte preferirá darle el voto al de su misma cosecha, otra, que pudiera ser determinante, se abstendría e incluso votaría por el candidato del PLD. Y eso no sería nuevo.

La mejor oportunidad que tendría la oposición dividida sería que uno de los candidatos gane las elecciones en primera vuelta, porque en una segunda podría haber mucha gente disgustada o desilusionada, y la dirigencia no está dejando espacio para una posible coyuntura aliancista.

Además, como algunos políticos, empresarios, comerciantes, sindicalistas y de la misma sociedad civil se han encarado de enseñarle al pueblo que el patriotismo y la mística se sustituyeron por la conveniencia, lo mismo podría hacer mucha de esa gente confundida y desilusionada.

La dificultad se hará mayúscula si los líderes no comprenden esa eventualidad y acortan distancia. Y el problema será peor cuando tengan que justificar resultados. No habrá suficientes hoyos donde meter la cabeza. Eso sí, se rehabilitarán y ampliarán los muros de las lamentaciones.

 

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