Ante la tragedia de Puerto Rico

Ante la tragedia de Puerto Rico

Siento que me quedé muy corto en la entrega que realicé el sábado pasado sobre el presidente Trump y Puerto Rico, ya que debido al reducido espacio no pude explayarme sobre situaciones fundamentales para poder comprender la amplitud de la tragedia.
En el momento de que María asolara con vientos de categoría 5 la isla, el Estado Libre Asociado estaba prácticamente en quiebra, porque debía la friolera de 90,000 millones de dólares y sus arcas estaban vacías, a la espera de una inminente declaración de quiebra. Desgraciadamente el huracán María vino a agravar la situación de iliquidez del Estado Libre Asociado, que al acudir a la Agencia Federal para Manejo de Desastres cuyas siglas en inglés son: FEMA, solo ha podido lograr que el presidente Trump le asigne una partida de 70,000 millones de dólares, lo cual arroja un déficit de la no despreciable suma de US$20,000.00 millones.
Esta decisión incomprensible del presidente estadounidense, ha puesto a pensar aquellos puertorriqueños que habían votado por la estadidad de la isla, los cuales han visto cómo el manteniendo del statuo quo de la denominada ficción de Estado Libre Asociado ha impedido que se le otorgase el tratamiento de Estado de la Unión, con todas las prerrogativas y beneficios que esta condición legal conlleva.
Desde que la Isla se encuentra al borde de la bancarrota, un gran número de la población que ha encontrado dificultades económicas ha optado por alejarse de la otrora llamada Isla del Encanto. Esta ha sido una pésima decisión cuando Puerto Rico necesita más de su mano de obra y del talento de sus profesionales, para auxiliar con un esfuerzo mancomunado (Gobierno-Pueblo) la maltrecha economía insular.
Puerto Rico gozaba de unas magníficas redes eléctricas, al extremo que al generar excedentes, se pensó tirar un cable para venderle energía al inestable servicio de electricidad que imperaba en nuestro país.
Ante la escasez y carestía de los alimentos, muchos de los cuales pueden producirse en la Isla, los puertorriqueños deben abocarse a cultivar los excelentes suelos agrícolas que poseen y que solo por el espíritu de dependencia de los Estados Unidos de América no se dedican de lleno a los menesteres agrícolas. El año pasado, la Secretaría de Agricultura realizó una especie de joint-venture con la Junta Agroempresarial Dominicana, para mediante un acuerdo, técnicos dominicanos encabezados por el empresario Olivero Espaillat, dieron inicio a la siembra de una parcela experimental de arroz; la cual según tengo conocimiento, se obtuvo una cosecha exitosa, demostrando que lo único que faltaba era la iniciativa del recurso humano, para hacer parir la tierra.
El colapso de las redes de transmisión eléctrica a tal extremo que un 80% todavía no posee energía eléctrica, me recuerda lo sucedido en nuestro país cuando el 31 de agosto de 1979 pasó por el país David, un huracán tan potente como el que acaba de pasar por Puerto Rico y de acuerdo a estimaciones de aquella época efectuadas por un empresa italiana, se necesitarían unos ocho meses para restablecer el servicio, y como el pueblo dominicano se volcó en trabajos casi inauditos, removiendo escombros y levantando postes del tendido eléctrico y el sistema energético fue restituida en apenas cinco meses.
Los puertorriqueños que aman su terruño no deben abandonarlo por circunstancias que con trabajo, decisión y recursos económicos proporcionados por los Estados Unidos de América y países aliados, en un futuro no muy lejano, puede ser revertido el estado de desastre en el cual está sumido este hermano pueblo, al cual debemos socorrer en la medida de nuestras posibilidades. Así cumpliremos con el deber de: ¨hoy por ti, mañana por mí¨.

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