Ante los pies de Louis Armstrong

Ante los pies de Louis Armstrong

Hoy quiero escribir sobre el jazz. Quiero escribir sobre el más grande (para mí) de los músicos del siglo XX en este estilo musical. Quiero desbordarme e inclinarme reverente ante Louis Armstrong.

El tema “Star Dust”, grabado por este en 1931 tocó mis fibras una noche.

Quería, cada vez más, escuchar el singular sonido de su trompeta, y su ronca y áspera, pero afinada voz, entonces llegó “St. Louis Blues”, una pieza de 1929, grabada un 13 de diciembre de ese año. También lo escuché arañar el cielo en un dúo con Ella Fitzgerald, grabado en 1957. Me refiero al clásico “Summertime”.

Quedé convencido de la capacidad, creatividad, y sensibilidad de este artista, cuando se atrevió a interpretar “El Manicero”, el muy conocido de Moisés Simón. Esto lo hizo en el 1930. Era evidente que Louis no entendía las letras de esta canción cubana. Eso no le importó, porque se le oye tararear algo que no se entiende, pero que te embriaga al sentirlo involucrado en la melodía. Es algo que no se puede explicar. Es mejor escucharlo.

No existe un trompetista de Jazz, que no deba un pedazo de influencia a Louis. Bobby Hacketl se cansó de decir que era su más fiel admirador. Joe Newman llamó a Hacketl mentiroso, afirmando que él era el fanático número uno. Jimmy Owens, por su parte, dijo que no podía ser el “primer adepto”, pero aspiraba ser el “más jóven”.

Dizzy Gillespie, expresó: “La posición de Louis Armstrong en la historia del jazz no tiene parangón. Si no fuera por él no estaríamos nosotros. Por eso quiero agradecerle literalmente mi vida”.

Otros músicos que no eran trompetistas han extendido laureles a Louis. Frank Sinatra llamó la atención sobre el hecho de que “el canto en la música popular se hizo arte sólo por Louis Armstrong”. Y es que también incursionó en la música pop, llegando a adherirla al jazz más que ningún otro músico.

Respecto a este punto, un escritor y melómano llamado Joachim E. Berendt, plasmó lo siguiente: “Si toda la música popular del siglo XX es una sola corriente coherente que fluye sin cesar, una corriente que, partiendo del blues y el jazz, se ramifica hacia un delta cada vez más caudaloso de pop y rock, hacia el funk y el disco, hacia el rap y el hip hop, entonces Louis Armstrong es símbolo de unidad que mantiene la cohesión de esa corriente. Nadie como Louis Armstrong ha hecho tan perceptible el flujo y contraflujo entre el jazz y la música popular”. Puedo sumar a esta cita, la invitación a escuchar la más conocida interpretación de Louis. Hablo del archifamoso “Waht a wonderful world”.

Continuo con Duke Ellington, a quien le tocó hablar el día en que murió Louis, el 6 de enero de 1971. El legendario pianista, que fue su compañero, y que juntos construyeron grandes vías en la historia de la música, dijo: “Si alguien era el señor jazz, ese alguien fue Louis Armstrong. Fue la máxima expresión del jazz y lo seguirá siendo siempre. Fue un estadounidense original. Lo amo. Dios lo bendiga”.

No es que quiera compararme con estas personalidades, pero al igual que ellos, me rindo ante los pies de este genio. Su entrega y amor por la música, por su instrumento, no merece menos. Cada vez que tenía la oportunidad manifestaba su pasión: “Cuando tomo esta trompeta, y canto, todo el mundo está detrás de mí…esta es mi forma de vivir y mi vida entera…yo amo estos sonidos, por eso estuve casado cuatro veces. Mis mujeres no vivían con el instrumento…Estoy enamorado de mi trompeta y ella de mí”(Louis Armstrong).

Terminaré con estos versos del poeta soviético Yevagueni Yevtushenko, los cuales nacieron en momento en que la noticia de la muerte de Louis conmovía al mundo:

“Haz lo que siempre hiciste,

sigue tocando.

Alegra a los ángeles,

Para que los pecadores

en el infierno

No sean atormentados en exceso.

Arcangel Gabriel,

¡dale una trompeta

a Armstrong!

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