Ante su juicio político, Rousseff se enfoca en la economía

Ante su juicio político, Rousseff se enfoca en la economía

Río de Janeiro, Brasil.- Con su cargo como presidenta de Brasil en riesgo, Dilma Rousseff se dedicará este mes a desarrollar un plan económico con el que espera restaurar la fe popular en su liderazgo y debilitar los esfuerzos amenazantes que buscan llevarla a juicio político.

La imagen de la otrora popular sucesora del presidente Luiz Inacio “Lula” da Silva ha caído tanto que no está claro si podrá recuperarse. Tendrá poco espacio de maniobra una vez que el Congreso reanude sesiones en febrero: su índice de aprobación está por debajo de 10%, tanto legisladores amigos como adversarios se muestran intranquilos y se espera que la economía más grande de Latinoamérica continúe contrayéndose en 2016.    “Dilma tendrá un mes sin problemas mayores en Brasilia para que presente un plan para revivir una economía tambaleante”, dijo Claudio Couto, del instituto brasileño de investigaciones Fundacao Getulio Vargas. “La clave es recuperar algo de confianza”.

Recuperar la confianza puede ser algo difícil, considerando el círculo vicioso de crisis en crecimiento que ha registrado el país en el último año. Escándalos enormes, algunos de ellos vinculados con Rousseff, se han combinado con la caída de precios de materias primas para golpear a la economía, incluyendo una degradación en la calificación crediticia de la nación, una fuerte devaluación de la divisa y una inflación anual de 10%.    “Ansío dejar de escuchar malas noticias provenientes de Brasilia”, dijo Gabriela Malvezzi, una psicóloga de 28 años de Río de Janeiro. “Ya ni siquiera enciendo la televisión. Todo lo que quería era que terminara 2015”.

Nelson Barbosa, quien fue nombrado ministro de Finanzas después de que Joaquim Levy renunció al cargo en diciembre, trabaja tanto en un paquete de estímulo como en reformas fiscales, todo lo cual se espera sea propuesto durante las próximas semanas.

Entre las ideas que se están evaluando se encuentran proyectos de infraestructura, reducciones fiscales para la compra de viviendas y un programa de intercambio automotriz para alentar la adquisición de vehículos nuevos. Algunos están proponiendo crear un nuevo impuesto a todas las transacciones bancarias y una reforma del sistema de pensiones del país para mantener a los trabajadores en el mercado laboral cinco años más. Dependiendo del sector, las mujeres pueden jubilarse entre los 50 y 55 años de edad, mientras que los hombres lo pueden hacer entre los 55 y 60.

“Digamos que ella intenta algo y no funciona ¿Y qué?”, dijo Peter Schechter, director del Centro Adrienne Arsht de Latinoamérica, del Consejo Atlántico. “¿Eso significa que ella pasa de un índice de aprobación de 8% a uno de 7%?”.    Independientemente de lo que proponga Rousseff, el Congreso podría simplemente no aprobarlo.

El Partido de los Trabajadores tiene sólo 59 de los 513 escaños de la cámara baja y tradicionalmente ha aprobado leyes formando coaliciones con otros bloques grandes, los que podrían tener pocos incentivos para trabajar con ella ahora.

Tampoco está claro si incluso la aprobación de reformas podría disminuir la oleada de malas noticias económicas. Todos los días ocurren anuncios de despidos, desde fábricas azucareras a compañías acereras. Incluso la gigantesca minorista Wal-Mart, una de las cadenas de supermercados más grandes en Brasil, afirmó que cerraría 30 tiendas en enero.

Un comodín es el presidente de la cámara baja Eduardo Cunha, acérrimo adversario de Rousseff desde hace mucho tiempo y quien ha encabezado el movimiento de juicio político contra ella con base en acusaciones de que su gobierno utilizó bancos estatales para llenar los boquetes presupuestarios.

Rousseff ha negado que haya actuado indebidamente.   Cunha ha dicho que no se votará sobre iniciativas de ley nuevas hasta que los legisladores decidan sobre la estructura de la comisión que considerará el juicio político. Si la comisión permite una votación de la cámara completa, los adversarios de Rousseff necesitarán una mayoría de dos tercios para inhabilitarla temporalmente mientras el caso es turnado al Senado.

No obstante, Cunha tiene sus propios problemas: Es acusado de haber recibido millones de dólares en sobornos para contratos de construcción en un escándalo que involucra a la compañía estatal petrolera Petrobras, acusaciones que él niega enérgicamente.

El fiscal general Rodrigo Janot ha solicitado que Cunha sea arrestado y retirado del cargo, lo cual será decidido por la Corte Suprema.

Los analistas también siguen de cerca al vicepresidente Michel Temer, líder del partido de centro PMDB, quien no ha manifestado apoyo a Rousseff en medio de la amenaza del juicio político. Él ha dicho que dedicará enero a dar conferencias y viajar, lo cual ha sido ampliamente interpretado como señales de que ya no quiere ser parte del gobierno de Rousseff.    “Dilma está entre la espada y la pared”, afirmó Christopher Garman, de Eurasia Group. “Y si no se actúa, la crisis económica se va a profundizar”.

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