Ante un luto político no resuelto

Ante un luto político no resuelto

Este artículo no pretende ofrecer  cátedra Bíblica, solo trata  de sugerir  que  podríamos aplicar su sabio contenido así como algunas recomendaciones que nos hacen los estudiosos en las ciencias del comportamiento del alma, a la política.

Cuando Moisés murió tenía ciento veinte años, pero no se habían apagado sus ojos, ni había perdido su vigor. Y los hijos de Israel lo lloraron por treinta días en la  llanura de Moab; así se cumplieron los días de llanto y duelo por Moisés.

Fueron treinta días los que duró el lloro y el luto por la muerte de Moisés por parte de los hijos de Israel (Deuteronomio 34:7-8). Generalmente el número 30 se interpreta en la Biblia para indicar una etapa de madurez y aceptación de grandes responsabilidades (Génesis 41:46; Números 4:23; 2 Samuel 5:4; Lucas 3:23) en este pasaje el número 30 tipifica el alcanzar una madurez y una responsabilidad en cuanto a la muerte de Moisés.

El proceso de sanidad del alma en cuanto al luto puede variar de persona a persona, pero los estudiosos en las ciencias del comportamiento del alma, han comprobado que el tiempo prudencial en la cual el ser humano acepta la pérdida del ser amado generalmente se da después de los seis meses de la pérdida. Si el luto toma mucho más tiempo de lo normal entonces se le conoce como un luto no resuelto.

Este tiempo prudencial de seis meses no significa que a la persona se le olvide por completo la pérdida, pero sí es un tiempo en donde se vuelve más consciente sobre la ausencia y la situación. Estos mismos estudiosos dividen el luto en cuatro grandes etapas:

A. Negación: La persona no asimila lo que está sucediendo y no cree la pérdida.

B. Negociación: La persona trata de mitigar su dolor inconscientemente ocupándose de otras cosas.

C. Depresión: Etapa en donde el alma del individuo se ha dado cuenta de la ausencia del ser querido.

D. Aceptación: Etapa de luto en donde la persona asimila la pérdida y lo acepta de una forma madura.

El no vivir un luto y llorar a un ser querido trae para el alma consecuencias muy negativas, ya que ésta puede quedarse viviendo del pasado dejando de vivir las nuevas misericordias de Dios para su vida (Lamentaciones 3:23), asimismo puede causar depresiones muy grandes debido a esa tristeza que guarda para sí, lo cual puede repercutir aún en su mismo cuerpo (1 Samuel. 1:1.20).

Dios en su misericordia lo hizo todo hermoso a su tiempo. Debemos vivir el tiempo que ha preparado para que cada uno de nosotros vivamos, sabiendo que no importa cuán grande sea nuestro dolor y aflicción; sabemos que todo obra a bien para aquellos que le amamos (Romanos 8:28) procurando siempre olvidar lo que queda atrás, extendiéndonos a lo que está adelante, prosiguiendo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses. 3:13-14).

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