Ante un nuevo reto político

Ante un nuevo reto político

Mientras cursaba mis estudios de Maestría en Arte y Ciencia de la Administración (MAP) en la Universidad de Puerto Rico, y tiempo después, me hice asiduo lector de las obras del Dr. Peter Drucker, un ilustre representante del pensamiento administrativista norteamericano consciente de las grandes y crecientes complejidades de la administración pública y del gobierno  y  la necesidad de trasformar sus relaciones  como de una reestructuración integral del gobierno para hacerlo cada vez más transparente y eficiente. Más responsable.

Quizás  entonces  me ocupe menos de su  pensamiento político  que  consideraba  liberal en cuanto querer  lo mejor para su país aun cuando  hacia el exterior su visión era  en extremo   conservadora,  lo que vino a  ratificar el último libro adquirido  recientemente por mí  en la librería  Cuesta  titulado “La Sociedad Post capitalista” donde,  más  crítico y severo, observa y analiza los cambios que están afectando  a la política, a los negocios y a la sociedad estadounidense.   Mi mayor asombro, lo que acaparó mi atención y creo digno de compartir,  por cualquier similitud o semejanza que se les antoje, es la segunda parte en que el eminente profesor dedica al Estado,  y  en el  capítulo 6 “Del Estado -Nación al Mega estado, “un nuevo desorden mundial”, amo de la economía, con  sus paradójicas contradicciones y,  particularmente, su conversión de Estado Fiscal en Estado  Despilfarrador.  Todo el mundo sabe y reconoce que el  Estado, desde su formación, necesita de la recaudación de fondos mediante tributos e impuestos que le permitan ejecutar sus planes y  programas de gobierno. Pero lo que Drucker destaca y califica de lo peor es como ese Estado recaudador  se ha convertido en un Estado despilfarrador, “donde el gasto público se convierte en el medio por el cual los políticos compran votos. Más adelante denuncia  saqueo lo perpetran los políticos para  asegurar su propia elección. Nadie sabe, afirma, qué proporción del  gasto público total se destina  al favoritismo y no sirve a ningún interés público, antes bien en muchos casos es contrario a ese interés, por lo cual “cada vez son más los que  votan a base de qué puedo yo sacar de esto”, “lo que terminaría socavando (Schumpeter ) la capacidad de gobernar del gobierno.” Para Drucker el gobierno democrático descansa en el postulado de que “el primer deber de sus representantes es  defender a sus electores de la rapacidad del gobierno”, por lo que el Estado Despilfarrador “socaba los fundamentos de una sociedad libre.”  El autor trae a colación casos específicos, que demuestran hasta qué punto el bienestar y las necesidades de un pueblo son sacrificados con inversiones que no responden a sus prioridades reales y cómo esa inclinación perversa encuentra eco en estamentos que deberían fungir de control y supervisión, convirtiéndose, de hecho, en cómplices del sistema denunciado. “Los representantes elegidos  despluman a sus electores para enriquecer a grupos de intereses especiales, lo que es una negación del concepto de ciudadanía. 

En víspera de la inauguración de un nuevo gobierno, he querido compartir estas reflexiones en lo que   pueden servir de muro de  contención.  

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