Cuando ingresé como miembro del Movimiento Cívico Participación Ciudadana, ya Isidoro Santana era un destacado dirigente reconocido por su mesura, su trato afable y su integridad personal que le ganó ser Coordinador General de esa agrupación. Desde entonces se fraguó entre nosotros una amistad fraterna fortalecida con el transcurrir de los años.
Su designación como ministro de Economía Planificación y Desarrollo por el presidente Danilo Medina no fue por azar. Obedeció a una acertada estrategia quizás del ministro de la Presidencia,Lic. Gustavo Montalvo, pasado miembro activo de Participación Ciudadana para darle mayor lustre y apertura al gabinete presidencial integrando además de a sus leales servidores de su partido también a recias personalidades independientes del sector privado y la sociedad civil con demostrada capacidad intelectual y profesional, no partidistas, tal fue el caso de Isidoro Santana y del ministro de Energía y Minas, Antonio Isa Conde y otros altos funcionarios del gobierno.
No hay duda de que esos nombramientos dieron buenos frutos.Introduciendo cambios notables en su gestión y, sobre todo, empeñados en dignificar la función pública, libre de lacras, “destinada a satisfacer las necesidades de interés colectivo” y respetar la Constitución dela República que “proscribe y condena toda forma de corrupción en los órganos del Estado”.
Así, sin evadir responsabilidades siempre fiel a los dictados de su corazón y su conciencia, ético y nacionalista, Isidoro Santana, igual que Isa Conde, se vio compelido a no ser cómplice del silencio de los males que advertía la modificación dela Constitución para posibilitar una tercera re postulación del Presidente de la República, siendo prohibida en el Art. 124 y un nunca jamás de la cláusula vigésima transitoria de la Constitución jurada a ser respetada por el Presidente de la República.
Esa advertencia, interpretada como una oposición o deslealtad al deseo del Presidente desató la ira del ministro Gonzalo Castillo tildándolo de desafecto y pidiéndole su renuncia, no dejándose provocar y manteniendo firme su convicción, mientras el Presidente, como político pragmático, jugaba al correr las cosas.
Pero fracasada su aspiración por razones diversas harto conocidas, agobiado por el destape de Punta Catalina, luego de su discurso de media despedida del 22 de julio, ante una segunda advertencia, del mismo tenor no podía pasarla por alto y se precipitó.
Mediante decreto No. 264-19 de fecha 31 de julio el presidente Medina destituyó al ministro de Economía, Planificación y Desarrollo Isidoro Santana, designando en su lugar al Lic. Juan Ariel Jimenez Núñez, que se desempeñaba como vice ministro de esa cartera.
Se ha debatido si Isidoro debió renunciar de su cargo o si hizo bien en mantenerse en sus funciones hasta ser reemplazado. Soy partidario de esa última opción.No tenía por qué renunciar. Renunciar sería darle la razón al ministro de Obras Públicas, nuevo delfín, aspirante a la presidencia con un historial bien pesado. Con su destitución precipitada, que no esperó el 16 de agosto, el presidente Medina fue el gran perdedor.