Ante una sabia decisión

Ante una sabia decisión

La declaración de inconstitucionalidad del artículo 46 de la Ley 6132, de Expresión y Difusión del Pensamiento, es una sabia decisión de la Suprema Corte de Justicia que debería servir como pauta para pretender la anulación de pleno derecho del delito de prensa para los medios de comunicación y quienes laboran en ellos, como está concebido en esa ley. Aunque el auto es motivado por un caso específico en el que se imputa difamación e injuria, permite invocar la incompatibilidad absoluta entre la libertad de expresión y la penalización por delito de prensa.

El artículo 46 de la Ley 6132 ha sobrevivido más tiempo que el que aconsejarían la razón y el buen juicio. Su espíritu socavador de la libertad de expresión se detecta desde el momento mismo en que coloca como autores a quienes difunden el material presuntamente difamatorio, y como cómplices a los autores primarios. Es algo que riñe con la esencia de la  Constitución vigente en materia de libertad de expresión.

El auto emitido por la Suprema Corte debe marcar el derrotero hacia el logro de  la supresión de pleno derecho de un artículo que no pretende más que someter a los medios de comunicación y a los periodistas a una mordaza propia de los tiempos en que la libertad de expresión estaba bajo el yugo de la más fiera intolerancia. Se ha hecho un acto de auténtica justicia.

Resistencia decepcionante

Nos resulta comprensible que los choferes del concho se resistan a respetar la ley de tránsito y a facilitar el ordenamiento de la circulación, pues ese comportamiento  encaja en la formación de la inmensa mayoría de estos esforzados trabajadores. Pero nos resulta cuesta arriba asimilar que la mayoría de las universidades del país se haya resistido a acoger el plan de mejora puesto en marcha por el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología.

La  ministra Ligia Amada Melo ha hecho esta revelación justo en momentos en que el país se esfuerza por superar sus debilidades en enseñanza básica, invirtiendo para lograrlo nada menos que el 4% del PIB. Nuestra enseñanza superior también necesita actualización y superar puntos débiles que quedan en evidencia en el ejercicio de muchos de nuestros profesionales. Es decepcionante que la mayoría de nuestras universidades  se resista al cambio.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas