Antecedentes con gobiernos

Antecedentes con gobiernos

Las naciones que más han sufrido en carne viva los efectos del coronavirus, que incluye además de China, a Italia, España, Estados Unidos y ahora pavorosamente a Brasil, han terminado culpando de las desgracias a sus autoridades. Las vieron reaccionar hacia el lado equivocado o cuando ya estaban demasiado penetradas por el microorganismo. Palos a ciegas las más de las veces bajo concepciones absurdas ante el mal. Cierto es que la disciplina colectiva es imprescindible para el éxito al combatir epidemias, pero los liderazgos oficiales y ejercicios de autoridad son los que tienen que unificar comportamientos y lograr amplio respeto a las normas para evitar descarríos que harían en situaciones peores a las anteriores.

Vale resaltar estos reveses ajenos porque República Dominicana entra de lleno en una desescalada dramáticamente atada a lograr, en primer lugar, que los usuarios del transporte colectivo, desde los vehículos viejos hasta los autobuses y vagones del Metro, estén metidos en cintura guardando distancia y portando mascarillas. Al resurgir actividades, esas aglomeraciones y otras más también favorables a contagios en las paradas, terminales y negocios muestran unos flancos de la reapertura que solo serán eficaces si los guardianes del orden y la seguridad y quienes dirigen servicios al público y establecimientos hacen valer los controles con la energía que demanden las circunstancias.

Las urgencias por moverse

A pesar de los riesgos que se corren por abandonar la permanencia en el hogar, cuando ya las billeteras no dan más y el encendido de las hornillas se complica, el temor a la inanición podría superar al que causan las enfermedades. La inacción condujo a una reserva colectiva de energías en el país. El motor de la recuperación ha dicho: “Voy para allá”. Las plenitudes de la suplicada movilización económica podrían estar más cerca de lo que antes parecía, sin tener que apartarse de lo programado.

De ahí la importancia que en el editorial precedente se concede a la protección de la reapertura con llamados a ceñirse (gobernantes y gobernados) a los límites de protección a la salud. Cumpliéndolos y haciéndolos cumplir. Este despertar de fuerzas y decidida vocación de trabajo debe hallar camino libre de retrocesos.

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