Antes del 24

Antes del 24

Los días antes son de dudas. Evocación para concluir que todo pudo ser distinto. El antes enseña, aunque los resultados sean irrevocables. Volver atrás imposible, los hechos dictan y revisar antecedentes es imprescindible para comprender nuestra historia. Las personas involucradas en la guerra del 1965, jamás intuyeron, el jueves 22 de abril, las consecuencias por venir. Había pendientes, ocurrencias inusitadas que marcaban el rumbo de un colectivo maltratado durante tres décadas y mancillado luego del asomo libertario, frustrado el 25 de septiembre de 1963.
Aquel golpe de estado se gestó a las claras, sin pudor ni disimulo, con el amparo de las minorías que veían el fantasma de Cuba en cualquier manifestación democrática y detestaron el texto de la Constitución del 1963. La mezcla fue perfecta, receta exitosa. La dosis adecuada para el menjunje que propicia la conculcación de derechos en nombre de la supremacía de los buenos, esos apóstoles que no pueden exponerse al escrutinio, sino imponerse. 25 militares y 7 dirigentes de los partidos políticos de entonces bastaron para el comunicado y el acta notarial que confirmaba el golpe. Periodistas, la jerarquía católica, los empresarios, la Asociación de Industrias, agrupaciones nuevas como la Acción Dominicana Independiente, el Comité Cívico Anticomunista, todos a una organizando el repudio al gobierno de Bosch. Para esa minoría, el 59% de 1,054, 944 de votos válidos nada significaba.
En el numeral 4 del comunicado que ratifica la ilegalidad se lee: “Que se deben considerar, desde este momento, disueltas las Cámaras Legislativas actuales, y sin calidad para realizar ninguna función del poder, por cuanto es obvio, según público consenso, que ellos no representan ya la mayoría ocasional que obtuvieron en los comicios del pasado diciembre.” El origen del 24 de abril está ahí, en el gobierno que surge de aquella acción cuando un grupo decide que es: “Inexistente la última Constitución de la República, votada por la Constituyente surgida de las últimas elecciones generales” y declara, “depuesto el actual Gobierno de la República…”
La investigación de Elíades Acosta Matos: “1963: De la Guerra Mediática al Golpe de Estado” avala la percepción de plan perfecto y la conjura de los medios de comunicación que “no solo manipulaban, sino que fabricaban falsos peligros. De esta manera cumplían con la tarea signada: atizar el miedo y la zozobra en busca de un golpe de Estado o la ingobernabilidad que lo justificase (página 423,op.cit)
Un día como hoy en el 1965, algo pasaba porque estaba pasando desde septiembre del 1963. Tad Szulc, testigo de excepción de episodios estelares de la historia dominicana, en su “Diario de la Guerra de Abril del 1965”escribe “que algún tipo de conspiración se estaba tramando durante las últimas semanas no era ningún misterio en Santo Domingo, ciudad famosa, aun para los niveles latinoamericanos, por la gran calidad de sus canales ocultos de información y por la incapacidad de sus habitantes, ya sean conspiradores o amigos de conspiradores, para guardar secretos. Esto era una herencia de treinta años del régimen de Trujillo cuando los rumores eran el único medio de estar relativamente bien informado” (página 33, op.cit). Por eso, tal y como comenta el autor del primer libro publicado sobre la guerra de abril, resulta inconcebible la desaprensión de la embajada de EUA y de la CIA con múltiples señales presagiando lo ocurrido. El jueves 22de abril el presidente del Triunvirato decidió separar del servicio a 7 oficiales de la Aviación “supuestamente complicados en el complot.” A partir de ese momento suena el clarín en defensa de la Constitución violentada y del gobierno usurpado. Constitucionalistas con motivos y propósitos diferentes. Hubo asilos, deserciones y un 28 de abril que marcó otro ritmo. La segunda intervención de los EUA en territorio dominicano, transforma la guerra. 54 años después todavía algunos pretenden mezclar fantasía con realidad. Está el alarde de fusiles no empuñados y batallas inexistentes. Los días antes del grito de guerra, son propicios para revisar documentos y rebatir infundios.

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