Antes y después de Daysi Cocco

Antes y después de Daysi Cocco

CHIQUI VICIOSO
Si de presentar a la doctora Daysi Cocco DeFilipis, una extraordinaria académica dominicana en Nueva York, se tratara, solo habría que enumerar sus múltiples estudios y diplomas, primero como licenciada en literatura española e inglesa de la universidad de la ciudad de New York, en 1975; luego como recipiente, en 1978 de una maestría en Arte, con especialización en literatura hispanoamericana, del Queens College, y como doctora en literatura latinoamericana del Centro de Estudios Doctorales en 1984.

Bastaría con enlistar sus muchos anos de docencia, ya que desde 1978 Daysi ha sido profesora de literatura hispanoamericana y lengua española de la universidad de York, donde fue vicepresidenta de asuntos académicos, y hablar de su actual gestión en el colegio comunal Eugenio María de Hostos, tarea donde no sólo se limita a crear nuevos espacios para la juventud hispanoparlante y las minorías étnicas de todas partes, sino donde pone en práctica el legado del más importante educador caribeño: don Eugenio María de Hostos, y de una intelectual fundamental de nuestro país, de la cual se declara hija: Camila Henríquez Ureña.

Ya dije que si de presentar a una extraordinaria académica se tratase bastaría solo con el listado de sus títulos universitarios, honores académicos y puestos desempeñados en el sistema universitario, pero es que no se trata de eso. Se trata de presentarles a la persona que inauguró un nuevo período en la literatura dominicana que he denominado antes y después de Daysi.

Antes de Daysi, las mujeres escritoras aparecían reseñadas solo en los apéndices de las antologías literarias. Antes de Daysi, los antólogos ejercían un papel de mecenas de cuyos favores, fobias y afectos particulares dependía nuestra inclusión o exclusión en antologías, nuestra existencia literaria. Antes de Daysi, nuestra obra generalmente no se conocía en el exterior porque nadie se había propuesto traducirla.

Antes de Daysi, las escritoras no teníamos un (parafraseando el título de la novela de Marcela Serrano) refugio para mujeres tristes donde tertuliar con nuestras congéneres, comer, descansar, protegernos de todos los fríos, recordar la importancia de reconocernos entre nosotras, leernos, estudiarnos, ayudarnos, respetarnos, hacer de la literatura, como decía Camila Henríquez, un ejercicio horizontal y generoso.

Antes de Daysi, no teníamos a nuncio, maletero de nuestros cansancios y esperanzas, cálido abrazo, caballerosidad sin medida. Antes de Daysi, no contábamos con dos antologías, una de poesía, y otra de cuentos escritos por mujeres, donde demostrar que han existido siempre voces femeninas no antologadas en la República Dominicana. Antologías que parten de frases de Aída Cartagena: Sin otro profeta que su canto; y combatidas, combativas y combatientes. Antes de Daysi, no contábamos con una antología escrita por una mujer sobre Aída Catagena Portalatín, partiendo de otra frase de la escritora mocana, del desconsuelo al compromiso; así como una antología de poetas dominicanos en el exterior poemas del exilio y de otras inquietudes, y una de mujeres escritoras dominicanas en los Estados Unidos llamada Tertuliando.

Antes de Daysi, se había hecho muy poco en los Estados Unidos para rescatar las raíces y rendir tributo a las que nos precedieron , nuestras madres, maestras y militantes dominicanas y para que no las olvidáramos con su para que no se olviden, las vidas de las mujeres en la historia dominicana; y sus documentos de residencia.

Antes de Daysi, el rescate del trabajo de escritores y escritoras en los Estados Unidos había sido emprendido por muy pocas personas, entre ellas, como pionero, nuestro comisionado en los Estados Unidos, Franklyn Gutiérrez, con quien Daysi ha desarrollado una colaboración intelectual no sólo encomiable sino sin parangón en la historia de la literatura nacional.

Antes de Daysi, conocíamos muy poco sobre la temprana literatura dominicana en los Estados Unidos, los poemas del exilio y otras inquietudes, las historias de Washington Heights y otros rincones del mundo; de los crisantemos lila de Jesussa Alfau Galván; y sobre las conversaciones entre escritoras del Caribe hispano; de nuestra presencia en la Diáspora.

Investigadora infatigable, trabajadora compulsiva, exigente académica, madre incondicional y amante esposa, Daysi es, sobretodo, el lugar más cálido en nuestra combativa y combatida memoria literaria. El regazo primaveral y otoñal que nuestras cansadas existencias asocian con la felicidad. La felicidad que ella y nuncio nos prodigan en un pequeño rincón de Queens donde lo literario es lo que en esencia debía ser: conversación inteligente, abundacia de colores; olores y sabores, alegría de crear, compartir, crecer, pensar.

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