Anticiparse a la mortalidad

Anticiparse a la mortalidad

El descubrimiento a posteriori de imperfecciones de previsible gravedad en las consecuencias podría salvar vidas a futuro en los ámbitos asistenciales público y privado; pero el descubrir lo malo después del palo dado es de una frecuencia escalofriante en este país. Las condiciones que a juicio de autoridades resultan de peligro para la salud humana en determinados establecimientos –mayormente para cirugías plásticas- suelen necesitar que alguien muera para que la gestión pública haga algo por la sociedad en intento de desagraviar a los deudos por fracasos. El control sobre el estado operativo de centros de salud para fines preventivos debía estar funcionando desde el momento mismo en que se erigieron autoridades para esos saludables fines protectores.

Fallan en lo elemental de cumplir paso a paso sus deberes para la prevención aquellos que se quejan –ya ineficazmente en anteriores etapas de gestión- de que sus subalternos incurren en violación de protocolos para cada enfermedad, un vacío de profesionalidad y de liderazgo gerencial que costó muchas vidas, incontables tal vez, y que todavía cuestan. No se ha sido capaz incluso de conducir a muchos hospitales al estricto cumplimiento de requisitos indispensables para la autorización técnica que les permita funcionar como tales. Con sus graves omisiones de mando las autoridades tienden a restarse idoneidad para generalizar una buena asistencia médica.

Reteniendo los frutos

Fue una consigna de equidad para el consumidor que enamoraba al pueblo: si sube, sube, si baja baja en fidelidad al costo real del petróleo y sus efectos locales. Sueño de una noche para las cuatros estaciones del año porque a continuación los precios de los derivados –ocultos generalmente en la oscuridad de la metodología para decidirlos- siguieron correspondiendo a coyunturas políticas y conveniencias fiscales.

Se trate o no de una jugada de mediano plazo para embullar a la gente con inconfesables fines, el desplome mercadológico del crudo se está transfiriendo a puntuales bajas en los combustibles, un beneficio que debería llegar a la colectividad pero que se está quedando a mitad de camino en intermediarios de servicios y bienes que ahora cuesta menos producirlos. La iniciativa privada se hace la sorda.

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