El ser humano aprende con pasmosa facilidad a operar y entender los más complicados frutos de la tecnología, pero es asombrosa la dificultad que tiene para mantener la armonía y la comprensión en su relación con el prójimo. La violencia intrafamiliar, que nos mortifica cada vez más, podría ser un fruto de esta condición que deteriora la paz en los hogares y en los vínculos de fraternidad en sentido general, que parece bloquear la capacidad de dirimir por la vía armoniosa los conflictos.
Por esto resulta oportuno y digno de respaldo el programa que desarrolla la Fundación Vida sin Violencia, en procura de enseñar a la familia la necesidad de manejar armoniosamente las dificultades para evitar las consecuencias terribles de la violencia. Estudiantes, profesores y directores de siete centros educativos, parejas, cabezas de familia, y dirigentes comunitarios de Los Girasoles, en esta capital, testimoniaron para La Esquina Joven, de este diario, los cambios positivos logrados en sus relaciones a través de esta iniciativa.
El programa en cuestión, con sus efectos y resultados, desmorona el criterio de que la violencia hay que combatirla con violencia. Su énfasis principal es eliminar todo género de violencia en la familia y en los lazos fraternales y realzar los méritos del entendimiento. Sin duda este programa es un antídoto efectivo contra este mal.
Exclusión en las riberas del río
Parece sin explicación el hecho de que las diferentes administraciones que ha tenido el Estado hayan mantenido intactos unos símbolos tan inocultables de exclusión social como La Barquita, La Lata, La Lechuga y el Quilombo, por solo citar unas muestras.
El alto riesgo para la vida por la vulnerabilidad de estos puntos enclavados en las márgenes del Ozama, ha debido ser precursor de un programa de desalojo y saneamiento que, sin embargo, jamás ha pasado por la mente de los gobiernos.
Cada vez que una perturbación meteorológica enoja las aguas del Ozama, se repite el drama del riesgo para la vida de los habitantes de estos lugares y el tímido auxilio de autoridades que solo parecen en capacidad de responder a la inmediatez de las contingencias. Después, la vida de esos lugares vuelve a su agitado curso, hasta nuevo aviso.