Antinacionales suicidas

Antinacionales suicidas

Un pequeño número de malos dominicanos, audaces y exhibicionistas, se dedica desde hace años a demoler el sentimiento de identidad nacional. Se nos dice que el amor a un país es “un prejuicio de clase”, una actitud decimonónica completamente pasada de moda. “Ya no habrá más naciones; existirán solamente grandes esquemas de integración económica, cultural… y política”. Algunos intelectuales de la izquierda tradicional estiman que nacionalismo y trujillismo son sinónimos; que si Trujillo mató a 14,000 haitianos en 1937, los dominicanos de hoy debemos “reparar” esa falta; el genocidio de ayer “nos compromete” a admitir a todos los haitianos emigrantes, a darles trabajo, atención médica y, de ser posible, la ciudadanía dominicana.

La patria del futuro será “un mundo sin fronteras”, dicen con expresión triunfante… y la boca abierta típica de los mongólicos. También hay personajes que no tienen nada de imbéciles: son sociólogos y burócratas que trabajan al servicio de otros países. Están incorporados a ciertas ONG que pagan sus salarios y les dan instrucciones. En ocasiones dichos burócratas no conocen en su integridad los planes de la organización para la cual trabajan; aceptan una tarea de “servicio social” sin saber cual es la política general de una entidad en la que son simples peones de un engranaje mayor. Pero las más de las veces son ejecutores de políticas extranjeras… o “extranjeristas”.

En Santo Domingo la educación pública no está cumpliendo actualmente con el papel que le corresponde: ser promotora de los aglutinantes colectivos de la nación dominicana. No se enseña la historia dominicana con el propósito de prolongarla; no se educa con la esperanza de que los jóvenes preserven su territorio, su economía, sus mares territoriales.

Hemos alcanzado un punto tal de pasión auto-destructiva que el vocablo “nacionalista” ha llegado a ser un improperio, una calificación peyorativa. Las naciones poderosas tienen derecho a ser nacionalistas para los fines internos, mientras recriminan los “nacionalismos” para consumo exterior. Eso podría explicarse por razones económicas. En cambio, es inexplicable que haya antinacionales suicidas… en su propio país. Incluso los terroristas fanáticos que ofrendan su vida en Oriente Medio lo hacen por amor a su nación. (Interrumpo “La historia de Edelmira” para reproducir, por peticiones, un escrito publicado en oct./20/2002).

 

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